Mi deporte me ha enseñado a no rendirme, a no conformarme, a tener dignidad y a alzar la voz cuando haya que alzarla. A través del fútbol descubrí mi carácter, mi talento, pero lo más importante… descubrí mi luz.
Esa luz que tenemos desde que nacemos, esa luz que nos hace diferentes y capaces de lograr todo lo que nos propongamos, sin importar los prejuicios, las trabas, los obstáculos.
Sin embargo, hay algo de lo que fui afortunada y bendecida, mucha gente a mi alrededor lo veía como desventaja, pero yo nunca lo vi así, al contrario, siempre supe que era una ventaja, y con eso me refiero al simple hecho de ser mujer.
¡Claro que sí! Ser mujer es algo único y en el fútbol resulta algo muy atractivo, porque siempre estamos a prueba y a nosotras nos encantan los retos, no nos gustan las cosas fáciles porque sabemos que tenemos una fuerza inquebrantable y el valor del trabajo y sacrificio en su máximo esplendor.
Mientras todo mundo ve problemas, nosotras encontramos soluciones; mientras todo mundo piensa en terminar, nosotras quisiéramos volver a empezar. Así es, nosotras somos súper poderosas, a lo largo de la historia se ha demostrado y lo seguimos haciendo.
Es por eso que hoy que conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, quisiera decirles que recuerden quiénes somos, que recuerden su luz, que recuerden que estamos hechas y preparadas para todo, pero principalmente que recuerden que no estamos solas.
Somos unas guerreras y las guerreras siempre encuentran esperanza, paz y amor. Así que sigamos siendo fieles a nuestra esencia y a nuestra dignidad. Si queremos que haya un mejor mañana, debemos empezar nosotras mismas por darnos el valor que merecemos, pero sobre todo por cuidarnos y apoyarnos.
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