La primera ola del coronavirus, la que está en pleno apogeo en España y otros países europeos, y aún no ha llegado al continente americano, provoca una alta mortalidad y reduce su impacto a gran velocidad, con una pendiente similar a su crecimiento.
La segunda ola se solapará con la primera, dentro de unos meses.
Su impacto será indirecto, pues no estará vinculada directamente al Covid-19, sino que estará motivada por la restricción de los recursos disponibles para casos no relacionados con la pandemia, especialmente en sistemas médicos con recursos más limitados.
Thanks Victor Tseng (@vectorsting)!
“As our friends and colleagues brave the font lines, we must also get ready for a series of aftershocks. It's very hard to plan this far ahead while we're in survival mode. We must prepare early and strategize our response to the collater… pic.twitter.com/wX4x5gN36e
— PallMedEd (@PallMedEd) April 5, 2020
Pero si las tres primeras afectan a los enfermos, la cuarta ola puede ser aún peor, porque afecta a toda la población y su impacto puede prolongarse en el tiempo más allá de la emergencia sanitaria.
Entre los síntomas sufridos están los traumas psicológicos (estrés acumulativo, miedo e indefensión), las enfermedades mentales, el perjuicio económico y el ‘burnout’, el agotamiento laboral.
Son las cuatro olas del Covid-19, según el gráfico elaborado por el Victor Tseng, médico en Atlanta (EE.UU.) e investigador en el campo pulmonar.
Tseng explica en un hilo de Twitter que la infografía está basada en las altas tasas de mortalidad que sufrió EE.UU. tras la primera oleada de la “gripe española” de 1918.
Estados Unidos ya es el país con más infectados del mundo por Covid-19, con más de 312.00 casos.
Su presidente, Donald Trump, ha declarado que “si acabamos con 100.000 muertos, lo habremos hecho bien”. El número total de víctimas mortales a fecha de hoy en todo el mundo es de 53.000.
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