En los seis días después de que destacados funcionarios chinos concluyeran en secreto que probablemente afrontaban una pandemia de un nuevo coronavirus.
La ciudad de Wuhan, en el centro del brote, acogió un enorme banquete para decenas de miles de personas y millones de viajeros empezaron a desplazarse para las celebraciones del Año Nuevo Lunar.
El presidente Xi Jinping advirtió a la población en el séptimo día, el 20 de enero. Pero para entonces, más de 3 mil personas se habían infectado durante casi una semana de silencio de las autoridades.
https://www.youtube.com/watch?v=6DOErgSVjZ8
Ese retraso en el primer país que enfrentó al nuevo coronavirus se produjo en un momento crítico: el inicio del brote.
El intento de Beijing de buscar una línea entre advertir al público y evitar el pánico preparó el escenario para una pandemia.
“Esto es tremendo”, dijo Zuo-Feng Zhang, epidemiólogo en la Universidad de California, Los Ángeles.
“Si se hubieran tomado medidas seis días antes, habría habido muchos menos pacientes y las instituciones médicas habrían sido suficientes”.
“El riesgo de transmisión sostenida de humano a humano es bajo”, comentó Li Qun, responsable del centro de emergencias del Centro chino de Control de Enfermedades.
Esta demora es la que impulsa las acusaciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre que el secretismo del Gobierno chino retrasó la respuesta global contra el COVID-19.
Si se hubiera alertado una semana antes a la población para que practicara el distanciamiento social, llevara mascarillas y redujera sus desplazamientos, los casos podrían haberse reducido en dos tercios, según un estudio posterior.
“Cuanto antes actúes, más fácil es controlar la enfermedad”, señaló el epidemiólogo de Los Ángeles Zhang.
Sé el primero en comentar