CANCÚN, QUINTANA ROO.- Adrián Hernández Favila, un sobreviviente de la guerra que supone sobrevivir a la enfermedad del Covid-19 ocasionada por el virus SARS-CoV-2, relata en un video de “Youtube”, la Odisea que representa aferrarse a la vida y razona sobre la importancia de seguir al pie de la letra las medidas sanitarias al hacer la pregunta: “¿por qué poner en riesgo la vida de otras personas?”
Todo comenzó en una tienda de autoservicio
Según la narración de Adrián, habría sido durante la última semana de marzo, específicamente en una visita a un supermercado que habría contraído la enfermedad. Los días transcurrieron sin ningún cambio o síntoma y cinco días después, el 24 de marzo, Adrián recibe la noticia del cierre del hotel en el que laboraba; justo ese día, el único síntoma fue un cansancio extremo, que, evidentemente relacionó con su trabajo.
“Ya empezaba con algo de síntomas, pero era básicamente cansancio, y no lo atribuyes a otra cosa más que al trabajo que estás realizando; cuando salí de allí, me empecé a sentir un poco mal, tenía un poco de temperatura, cansancio y acudí al médico…”
En el consultorio médico le dijeron que se trataba de una infección en la garganta y lo regresaron a su casa, sin embargo, lejos de mejorar, comenzó a perder movilidad debido al cansancio.
Adrián destaca en su relato que si bien, no para todos se presentan los mismos síntomas; por ejemplo, para él, no hubo tos ni flujo nasal, pero sí es una característica, el aumento en la temperatura.
De hecho, describe los cuadros de fiebre como estadios similares a sufrir un golpe de calor, pues advierte, “comienzas a perder líquidos por todos los poros del cuerpo”.
Ningún hospital listo para recibirlo, sólo el Hospital General
En ese momento, Adrián solicitó que lo llevaran a urgencias de cualquier hospital; recorrieron instituciones privadas y públicas, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero en ninguno de ellos contaban con los medicamentos y/o el equipo necesario para atenderlo, hasta que, en la Cruz Roja, luego de desinfectar una ambulancia, lo trasladaron al Hospital General de Cancún que es el único que en ese momento contaba con todos los medicamentos y el equipo para tratarle.
“De allí empiezas a no tener contacto con tu familia, nadie sabe qué es lo que está pasando; básicamente no les informan nada porque no saben nada, ves al personal muerto de miedo y sólo en el Hospital General fue que me hicieron las pruebas para Covid”, recuerda Adrián.
Personal muy profesional en el Hospital del Sesa
A partir de la hospitalización de Hernández Favila, la comunicación con sus seres queridos fue nula, debido al aislamiento obligado en el que deben estar los enfermos confirmados con Covid; Adrián hace un reconocimiento explícito al personal del Hospital General de Cancún a quienes, como mínimo describe como “muy profesionales”. “A mi me mandaron a la sala de terapia intensiva; ya la desorientación entonces era bastante, tu cuerpo comienza a perder el oxígeno y esta parte es grave porque en ese momento, puedes tener un derrame cerebral o simplemente dejar de respirar y que tu corazón se detenga”.
“Actúan muy rápido la gente de ahí, muy profesional, el doctor Alejandro Ortega y todo su equipo, increíbles y en ese momento, no sabes en qué realidad estás, empiezas a tener alucinaciones sobre lo que ha pasado en tu vida, literal, ves pasar fragmentos de tu vida”, recuerda Adrián.
Su estado en ese momento era tan grave, que no sólo luchaba entre seguir en las alucinaciones o permanecer concentrado en lo que ocurría en la sala del hospital; de hecho, recuerda que alguna enfermera preguntó en qué creía y sugirió que pusiera en orden las cosas con Dios, “porque estás muy grave y es posible que no la sobrevivas”.
Yo luché para no dormirme
“Ahí tienes dos opciones, tu cuerpo ya te está pidiendo descansar que ya te duermas; el personal médico lucha para que no te duermas (…) y después entiendes que el “no te duermas”, es básicamente que no te duermas para que no te mueras”.
El “héroe” de guerra Covid, reconoce que la enfermedad no distingue nada, “había hombres, mujeres, embarazadas, niños, ricos, pobres…”
Nuestro personaje hace un relato detallado que describe, desde los medicamentos que usan, hasta lo que llegó a representar haber recuperado la posibilidad de moverse por sí mismo, sin el uso de oxígeno, una lucha que felizmente concluyó en su recuperación casi total en el momento en que le permitieron ir a casa, y un tiempo que no estuvo exento de ver cómo desfilaban cadáveres de quienes no lo lograron.
La consciencia que hace falta
Adrián Hernández Favila es uno de los pocos y muy privilegiados sobrevivientes al padecimiento del COVID-19 y si bien, el haber transitado materialmente por el “Infierno de Dante”, le hizo reconsiderar aspectos de su vida personal, lo llevó también a hacer conciencia sobre la imperiosa necesidad de atender las indicaciones del aislamiento social.
“Afortunadamente ya estoy en casa, hay mucha gente que yo veo que sigue sin seguir los protocolos de sanidad. No es por nosotros porque al final uno se contagia, pero ¿por qué poner en riesgo la vida de otras personas?, esa es la pregunta y eso es lo que nos da miedo a los que ya pasamos por eso, no es que uno se infecte; es llevarle, literal, la muerte potencial a un familiar o una persona que no conocemos por ignorancia y literal, podemos matar a alguien y de una muerte muy fea”.
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