Después de cinco semanas, ‘The Last Dance’ llegó a su final. La serie-documental de Michael Jordan llegó en el momento indicado, justo cuando casi todo el mundo se quedó atrapado en casa ante la pandemia del coronavirus, la cual dejó en ceros a la industria del deporte, pues los torneos fueron suspendidos o de plano cancelados.
Ante la poca o nula oferta en los canales deportivos, ‘The Last Dance’ se convirtió en una especie de escape y descanso para quienes necesitamos entretenimiento deportivo, pero también atendió a quien no necesariamente es aficionado (a) a los deportes o aquellos expertos de la NBA.
Ahora no nos queda más que reflexionar sobre los 10 capítulos que nos dejó The Last Dance.
Jordan para las nuevas generaciones
Para aquellas almas noventeras que alcanzaron a ver a Michael Jordan sobre las duelas, específicamente con los Bulls, ‘The Last Dance’ fue una especie de reencuentro con una de las épocas más brillantes en la NBA, así como una lluvia de recuerdos.
Pero para quienes apenas tenían uso de conciencia o nacían después de 1998, la serie representó una amplia ventana para conocer la leyenda de Miachael Jordan (en ese grupos están incluidos los hijos de MJ), y de paso entender los motivos por los cuales los chavorrucos veneran a Jordan desde tiempo atrás.
La otra cara de la moneda
Michael Jordan es una especie de sinónimo para “gloria deportiva” o “éxito”, sin embargo, The Last Dance nos muestra la presión a la que se sometió Jordan, especialmente fuera de las duelas ante las críticas y hasta persecución por parte de la prensa, pero también en plena competencia, cuando se trataba de remontar un marcador con apenas un rumor de segundos en el tablero.
La serie también nos revela que Jordan no siempre sonreía y que el hombre inalcanzable bajaba con los mortales para expresar sus emociones. El ejemplo más claro es el llanto tras recordar a su padre fallecido, en los vestidores, o la frustración/confusión que llevó a dar el golpe a Steve Kerr.
Nada más fuerte que el equipo
Si bien Jordan fue quien acaparó los reflectores, nada del éxito de los Chicago Bulls habría sido realidad sin la virtuosidad de Scottie Pippen o la rebeldía y destreza defensiva de Dennis Rodman, quienes se convirtieron en los escuderos de Jordan.
Cuando Pippen decidió alejarse del equipo por las diferencias contractuales, Rodman salió al quite para Jordan y cuando Dennis se pasaba de fiesta, el éxito de los Bulls continuaba gracias a Pippen.
Sin ellos dos, la leyenda de Jordan y la dinastía de los Bulls tal vez no existiría, y para muestra el nulo éxito de los Bulls 22 años después de haberse desmantelado aquel equipo de ensueño.
Recordar es volver a ver a Kobe
Uno de los momentos más emotivos fue la presencia de Kobe Bryant, sólo unos meses después de su trágico fallecimiento, el cual conmovió a Jordan hasta las lágrimas en uno de los homenajes en Los Ángeles.
Verlo sentado de nueva cuenta, platicando con la tranquilidad que le caracterizaba y dejando claro que no estaba de acuerdo con las comparaciones con MJ, fue como si Kobe hubiera obtenido un permiso especial para volver, al menos por unos minutos.
Nadie como Jordan ¡Nadie!
Hasta la fecha nadie ha dominado un deporte como Michael Jordan. Con el simple hecho de darle a los Bulls un campeonato, ya tenía un lugar asegurado en la historia de Chicago. Sin embargo, Jordan fue más allá y consiguió otros dos antes de su primer retiro. Se dio el lujo de alejarse de la NBA para regresar y volver a arrasar con otros tres campeonatos consecutivos.
Actualmente LeBron James es el símbolo de la NBA, pero a sus 35 años sólo ha conquistado tres títulos, en gran parte por culpa de los Golden State Warriors. Desde hace casi dos años, su objetivo no se centra tanto en un campeonato, sino en evitar el fracaso de los Lakers, que desde hace seis años no llegan a los playoffs.
Usain Bolt, en el atletismo, y Michael Phleps, en la natación, son nombres propios de quienes se han acercado o incluso han tocado el olimpo en el que descasa la leyenda de Michael Jordan.
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