El anuncio de Israel la semana pasada de que un consorcio israelí construiría Sorek 2, la planta de desalinización más grande del mundo, sorprendió a muchos que habían estado observando el acuerdo.
Durante años, Israel ha estado trabajando para expandir drásticamente el comercio con China, uno de los mercados más grandes del mundo.
Ese impulso repentinamente se enfrenta a la fuerte oposición de la Casa Blanca.
Esto ya que la administración Trump da un vuelco a la política de décadas de aumentar el compromiso de Estados Unidos con China para tratar al país como un rival cada vez más amargo.
El acuerdo de Sorek 2 fue visto ampliamente como una concesión a la presión de la administración Trump, que está presionando a Israel y otros aliados clave para restringir el comercio con China.
La administración Trump, según múltiples expertos, quiere que Israel retire al menos parte de ese acuerdo.
Los israelíes lo consideran un trato hecho, aunque pueden lamentarse por ello.
Estados Unidos no ha explicado públicamente las posibles consecuencias para los países que no están de acuerdo con su impulso contra China.
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