El Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios prometió a sus seguidores la vida eterna, la paz y ayudarlos a seguir el camino de Dio.
Sin embargo, lo único que le dio a estas personas fue una muerte violenta por medio de la incineración.
Los hechos ocurrieron hace 20 años en Kanungu, una región ubicada en el suroeste de Uganda, donde aproximadamente 700 personas fueron encerradas en una iglesia de esta secta.
Los feligreses habían sido engañados para que creyeran que el mundo terminaría el 17 de marzo del año 2000.
En un complejo cubierto de techos de lámina de metal, las víctimas perecieron a causa de las llamas y del dióxido de carbono que entró por sus pulmones.
Pese a la promesa de una vida después de la muerte, los afectados trataron de huir del lugar.
“Todo estaba cubierto de humo, hollín y el hedor a carne quemada parecía ir directamente a los pulmones“. Anna Kabeireho.
Con estas palabras es que Anna Kabeireho, una de las personas que presenció este hecho y quien agrega que los cadáveres de los fallecidos quedaron esparcidos por todo el lugar.
Los asesinados fueron colocados en una fosa común a unos metros del lugar. La única marca sobre el suelo es un montículo de tierra que reconocen los lugareños como el punto donde descansan las víctimas de la secta.
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