Es posible que en el contexto actual del covid-19 hayas oído hablar de la “gripe española”, la más grave de la historia reciente.
En el siglo XX hubo otros dos brotes pandémicos de gripe, la “asiática” (1957-58) y la “de Hong Kong” (1968-69).
Pero la primera gran pandemia de gripe se remonta al siglo XIX. Se le llamó “gripe rusa” porque allí se reportó el primer caso.
Fue en 1889, mucho antes de que la ciencia de la virología hubiera sido concebida. Ocurrió en el invierno de 1889 y hubo varios brotes epidémicos hasta 1894.
Cuando comenzaron a investigar la “gripe rusa”, los científicos pensaron que se había originado a partir de una cepa del virus de la influenza A, identificado como H2N2.
Después supieron que en realidad se trataba del virus H3N8.
La magnitud y extensión de la “gripe rusa” fueron asombrosas: tardó apenas seis semanas en extenderse por Europa y otros seis en hacerlo por todo el mundo.
El rápido crecimiento de la población del siglo XIX, sobre todo en las zonas urbanas, ayudó a que la gripe se extendiera, y en poco tiempo el brote se propagó por varios países.
La “gripe rusa” fue en gran parte olvidada y quedó eclipsada por la “gripe española”, mucho más devastadora.
Pero permitió darle a un mundo cada vez más interconectado una lección sobre lo que podía pasar que muchos ignoraron:
“Los seres humanos viajamos más lejos y más rápido que nunca”, explicó el profesor Howards Markel. “Eso significa que estamos expuestos a una posible pandemia o epidemia”.
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