El descubrimiento de una cueva en el estado de Zacatecas, en el norte de México, dio un giro sorprendente a lo que se sabía sobre el momento en que los primeros seres humanos llegaron a América.
Hasta ahora se estimaba que los clovis, considerados los primeros pobladores del continente, habían llegado a él hace unos 13.500 años.
Pero las evidencias encontradas en la llamada cueva del Chiquihuite, a más de 2.700 metros sobre el nivel del mar, sugieren que fue ocupada por personas hace aproximadamente entre 30.000 y 13.000 años.
Un estudio multidisciplinar, liderado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y publicado este miércoles en la revista Nature, basó sus conclusiones en el análisis de restos de cientos de herramientas hechas con piedra, huesos de animal, plantas y sedimentos.
“Este es un sitio único, nunca antes habíamos visto algo así. La evidencia de las herramientas de piedra es muy, muy convincente. Y la datación, que es mi trabajo, es sólida”, le dijo a BBC News Tom Higham, profesor de la universidad británica de Oxford y participante en el estudio.
Sin embargo, algunos científicos pusieron en duda que las herramientas encontradas fueran realmente hechas por humanos y no creadas por algún proceso natural.
Cientos de artefactos de piedra
El arqueólogo Ciprian Ardelean, investigador principal del estudio, llegó en 2010 a esta cueva tras años de recorrer a pie kilómetros de sierra en la región de Concepción del Oro en busca de evidencias humanas.
Ubicada a 1.000 metros sobre el suelo del valle, la cueva tiene dos cámaras interconectadas de más de 50 metros de ancho y 15 de alto cada una, con un suelo repleto de estalagmitas.
El equipo excavó una sección de tres metros de profundidad y encontró unos 1.900 artefactos de piedra fabricados a lo largo de miles de años y que muestran una talla y trabajado muy poco usual, por ejemplo mostrando formas más anchas que largas.
Fue gracias a dos técnicas científicas que los expertos lograron determinar la antigüedad de restos microscópicos de huesos, carbón y sedimentos asociados a las piedras en los que se conservaron polen y fitolitos.
Una de ellas fue por radiocarbono. El otro método usado fue luminiscencia ópticamente estimulada (midiendo la última vez que los sedimentos fueron expuestos a la luz).
El uso de dos técnicas diferentes “agregó mucha credibilidad y fortaleza, particularmente a la parte más antigua de la cronología”, según Higham.
David Meltzer, profesor de la Universidad Metodista del Sur en Dallas, Estados Unidos, y que no participó en la investigación, calificó de “interesantes” los hallazgos aunque también planteó algunas dudas.
“No es suficiente argumentar que las muestras de piedra podrían ser culturales (artefactos), uno tiene que demostrar que no son naturales”, dijo al sitio web The Scientist, ya que los procesos naturales pueden llegar a imitar algunos tipos de herramientas de piedra.
Además, también cuestionó que si la tradición de esa fabricación de herramientas de piedras se extendió durante tantos años, “uno espera que hubiera estado mucho más extendida en la región, planteando la pregunta de por qué esa tecnología no se ha visto en otros lugares”.
Sé el primero en comentar