CIUDAD DE MÉXICO.- Tras las protestas y actos vandálicos por el gasolinazo, algunos sectores de la Iglesia católica plantean la necesidad de revertir la decisión del gobierno al adelantar la liberalización de los precios de las gasolinas aprobado en la Ley de Ingresos 2017.
El 5 de enero, el secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el obispo auxiliar de Monterrey Alfonso Miranda Guardiola, a través de un boletín de prensa, llamó a las autoridades del Ejecutivo federal a reconsiderar seriamente -dado el contexto nacional y las variables internacionales-, esta medida que afecta a todo nuestro país, especialmente a los más pobres.
Mientras, las protestas crecen y hechos violentos amenazan la seguridad e integridad de personas y comunidades del país, la CEM llamó a la responsabilidad y solidaridad de los ciudadanos para que el malestar se encauce a través de medios pacíficos, creativos y respetuosos de la ley.
Este domingo, por otro lado, el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México publica un fuerte editorial al que titula “Insensibilidad”. Aportando algunos datos sobre los aumentos a los combustibles y energéticos, el medio informativo critica las décadas de subsidios gubernamentales que mantuvieron bajos los precios de la gasolina.
A medida de que los subsidios fueron eliminándose, los gasolinazos mensuales desplazaron las aportaciones gubernamentales para reflejar los costos reales, hasta la liberación de precios que hoy se ve reflejada en 90 tarifas máximas distintas en el país.
De acuerdo con el editorial, los mexicanos pagan más por impuestos que por el precio real del combustible al mencionar que el 43% del precio por cada litro es recaudatorio del impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) y del 16% impuesto al valor agregado. El resultado son gasolinas carísimas usadas para captar impuestos de los cuales, por desgracia, no hay transparencia en cuanto a su destino y fin.
LA CRÍTICA
El informativo de la Arquidiócesis de México no duda en apuntar por qué México llegó a este estado de cosas. Pemex, ahora empresa productiva del Estado, fue “caja chica” que enriqueció a funcionarios públicos y líderes sindicales. Al dilapidar la riqueza de la bonanza petrolera, México quedó a la zaga en infraestructura petrolera obligando a la importación de gasolinas por la ausencia de la industria de la refinación. El idilio del oro negro hizo del país un gigante enano y ahora pagamos cara esa falta de visión. Mientras los Estados Unidos poseen 176 refinerías, aquí tenemos seis maltrechos complejos que tuvieron paros escalonados de labores el año pasado dice el editorial.
Ante el “mazazo brutal” se hace un llamado a la responsabilidad a fin de acabar con la corrupción y moderar el gasto público. La nueva política energética careció de “sensibilidad social”. Y ante lo que parece una referencia al malogrado mensaje del presidente de la República con motivo de inicio de año, difundido la noche del 5 de enero, y donde trató de explicar las causas y beneficios de la medida, el análisis del informativo arquidiocesano sentencia: Urge también más sensatez de los responsables de llevar las riendas del país que de manera insensible y arrogante todavía se atreven a decir que el gobierno está trabajando para apoyar a los sectores más vulnerables de la población y que los mexicanos deben sumir este nuevo reto para salir adelante.
Fuente: Periodista Digital
Sé el primero en comentar