Las autoridades sanitarias de Nueva Zelanda instaron a 100,00 trabajadores de Auckland, ciudad en la que vive un tercio de la población de este país, a quedarse en sus casas este viernes como consecuencia de un solo contagio local de COVID-19.
La alerta en el país oceánico, cuya mandataria Jacinda Ardern ha sido halagada internacionalmente por su respuesta ante la pandemia, se dio el jueves cuando las autoridades sanitarias informaron de que una joven de 20 años que había dado positivo en la prueba del nuevo coronavirus, había ido a trabajar a una tienda y visitado varios lugares del centro de la ciudad.
El viernes por la tarde, el ministro de Respuesta al COVID-19, Chris Hipkins, anunció que el análisis genético había determinado el origen del nuevo caso, con lo que se disiparon los temores en torno a un potencial nuevo confinamiento de los casi 1.7 millones de habitantes de Auckland al poder realizarse el rastreo.
El ministro comentó que los últimos casos detectados, entre ellos la joven, sienten todo el peso de la nación sobre sus hombros e insistió en que “no merecen ser culpados” por haberse contagiado.
Hipkins también indicó que los trabajadores pueden retornar al centro de Auckland, una ciudad que aporta el 40% del PIB nacional y que es la más poblada de Nueva Zelanda, siempre y cuando tomen las precauciones necesarias y lleven mascarillas en el transporte público.
Según el director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Auckland, Michael Barnett, la recomendación de quedarse en casa a los 100,000 trabajadores supondría una pérdida diaria de 10 millones NZD (6.8 millones de dólares), si se contempa “las pérdidas en el comercio minorista y la gente que deja de ir a la ciudad”.
Nueva Zelanda acumula un total de 1,639 infecciones de COVID-19, que incluye a 25 muertos, que incluye 53 casos activos, de los cuales 4 contagios son locales y de origen conocido.
El gobierno de Ardern, que mantiene las fronteras internacionales cerradas desde marzo y confinó el país con tan solo 50 casos confirmados en marzo, volvió a confinar a Auckland en agosto pasado por más de un mes al detectar cuatro infecciones en una familia.
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