Todo empezó en 1970, cuando la Administración del Servicio de Ciencia del Medio Ambiente (ESSA) de los Estados Unidos publicó en la prensa unas fotografías tomadas por el satélite ESSA-7 correspondientes al Polo Norte.
Una de las fotografías aparecía con el cielo despejado y revelando un enorme agujero dónde debería haber estado el Polo.
Estas fotografías causaron gran controversia entre la gente, que se preguntaba qué pintaba un agujero perfectamente redondo sobre el Ártico.
Fue entonces cuando el editor y ufólogo de la revista Flying Saucers, Ray Palmer, encontró en la fotografía publicada por la NASA un motivo sustancial para llevar a cavo las teorías de civilizaciones avanzadas subterráneas.
Por otra parte está la história del Almirante Richard E. Byrd.
Este explorador polar dejó constancia en su diario personal, la experiencia que había vivido al sobrevolar uno de los Polos en el año 1928.
Allí, relata el piloto, fue testigo de la existencia de valles maravillosos y la presencia de animales prehistóricos.
Estas vivencias impactaron al gran público, que empezó a cuestionarse si la teoría de la Tierra hueca sería cierta.
A raíz de la experiencia de Byrd, Amadeo Giannini escribió varios artículos y libros como «Mundos más allá de los Polos», en los que teorizaba que Byrd no había sobrevolado el Ártico, sino que había penetrado por uno de los agujeros que llevan al centro de la Tierra por error.
Fue entonces cuando Ray Palmer, basándose principalmente en el libro mencionado de Giannini, publicó esta teoría en el número de diciembre de 1959 de su revista, mandeniendo una voluminosa correspondencia al respecto.
Según Giannini y Palmer, durante su supuesto vuelo sobre el Polo Norte en 1947, el vicealmirante Byrd comunicó por radio que veía debajo de él que no era nieve, sino áreas de tierra con montañas, bosques, vegetación, lagos y ríos y, entre la maleza, un extraño animal que parecía un mamut.
También, grandes astrónomos y matemáticos en el pasado apoyaban la teoría de la Tierra Hueca. Uno de ellos fue el prestigioso doctor Edmund Halley, astrónomo real de Inglaterra en el siglo XVIII y descubridor del cometa Halley.
Éste postulaba que la Tierra estaba hueca por dentro y que en su interior albergaba tres conos concéntricos con un centro fundido de la lava, que servía a modo de un “sol interior”. Newton también creyó en esta teoría.
Otro científico que defendió la teoría de la Tierra Hueca fue Leonhard Euler, un genio matemático del siglo XVIII. Éste sostuvo que a parte de ser hueca, la Tierra tenía dos aperturas que se correspondían a los Polos del globo.
Además de las teorías científicas al respecto, la idea de que la Tierra esté hueca por dentro ha despertado la imaginación de muchos escritores y artistas. Una de las obras más conocidas que hablan al respecto es Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne.
Otra obra conocida es la de Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe.
Estas y muchas más novelas han mantenido viva la idea de que la Tierra es hueca, y que además alberga en su interior una civilización más avanzada que la nuestra, los habitantes de la superficie. Sobre éste tema, la investigadora y escritora Débora Goldstern nos ha presentado un trabajo excepcional, el cual queremos compartir contigo:
Sucedió en 1823, cuando un tal James Cleves Symmes presentó una extraña propuesta al Congreso de los Estados Unidos con el fin de obtener fondos para financiar una expedición hacia el centro de la Tierra.
Aquel deseo, que para muchos en su día fuera declarado de lo más descabellado, contagió luego su entusiasmo a una serie de estudiosos inconformistas, quienes, animados por esta osadía, decidieron dar a conocer sus hipótesis acerca de una Tierra hueca, realizando publicaciones sorprendentes en un claro desafío a la ciencia ortodoxa, observadora horrorizada ante estos arrebatos intelectuales.
Transcurrido más de un siglo desde aquel anuncio esbozado por Symmes, la leyenda de un planeta hueco continuó fascinando a distintas generaciones, siendo en la actualidad Internet su defensora más acérrima, con miles de páginas entregadas a esta visión.
La intriga ante esta devoción llevó a la escritora Débora Goldstein a sumergirse en el mundo de las conspiraciones, para tratar de entender los motivos que alimentan el mito sobre la hipotética existencia de una Tierra interna oculta dentro del planeta.
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