La plaga de Siberia se a extendido en estos últimos años en los renos de Yamalia a causa de las altas temperaturas. Los científicos creen que hay riesgo de que se propaguen nuevas infecciones.
Un niño de 12 años falleció en el hospital y hay 90 personas hospitalizadas, 53 de ellas niños. Los científicos luchan en el norte de Rusia, en la región de Yamalia-Nenetsia, contra un brote de plaga de Siberia.
Según Anna Popova, directora del Servicio Federal para la Supervisión de la Protección de los Derechos del Consumidor y el Bienestar Humano (Rospotrebnadzor), las costumbres tradicionales son la causa de la infección de los niños. Hay familias en Yamalia que siguen bebiendo sangre de reno y comen carne cruda. En opinión de Popova, en estas circunstancias era imposible evitar el contagio.
Las pertenencias de los habitantes de la tundra (la ropa, objetos cotidianos) se han quemado para evitar que la infección se propague. En la zona se está llevando a cabo una campaña de vacunación masiva de personas y animales y varios drones controlan la situación desde el aire.
La razón principal de lo sucedido en Yamalia es el calentamiento global. Durante un mes las temperaturas en la región se han mantenido alrededor de los 35 ºC. Como resultado, se ha derretido la capa superior de hielo permanente, el permafrost, que contenía esporas de la plaga de Siberia. Estas esporas son capaces de soportar cambios drásticos de temperatura y tienen una vida de más de 100 años.
Las células reproductivas llegaron hasta los renos, muy debilitados por el calor, a través de su alimento principal, el liquen.
Además, el exceso de tamaño de las manadas de renos domesticados han propagado la plaga. En Yamalia hay más de 700.000, el 44 % del número total de renos de Rusia. Mientras que la capacidad de los pastos de la región alcanza únicamente para 100.000-150.000 animales.
“Los frecuentes golpes con las pezuñas de los renos destruyen la cobertura del suelo. Esto aumenta el riesgo de infección: el permafrost queda al descubierto y, debido al agotamiento de los pastos, junto con la hierba los renos comen tierra infectada”, informa a RBTH el director del Instituto de Ecología de Plantas y Animales, Vladímir Bogdánov.
Además, en Rusia se canceló una normativa adoptada en la Unión Soviética que preveía la vacunación obligatoria de los renos. En 1967, el territorio de Yamalia se declaró libre de la plaga de Siberia, y en 2007 dejaron de vacunar a los animales.
Los científicos se muestran preocupados por los cementerios de animales infectados. “En las tumbas antiguas, algunas partes de los cuerpos se la comieron los carroñeros, mientras que otras se quedaron directamente en la tierra y al año siguiente quedaron cubiertas por la vegetación”, comenta a RBTH el veterinario Nikolái Melnik.
Actualmente son las unidades de protección radioactiva, química y biológica de las Fuerzas Armadas quienes se están dedicando a la eliminación de los cuerpos de los animales muertos.
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Los cuerpos de los renos se queman a una temperatura de 140 ºC. El uso de neumáticos de automóviles antiguos, sustancias inflamables especiales y productos derivados del petróleo garantiza una combustión lenta. Más tarde, el suelo se trata con una sustancia desinfectante. Se trata del único modo de destruir las esporas.
“Aquí no hay carreteras ni comunicaciones. Llevarse los cuerpos a otro lugar sin que caiga nada por el camino y sin perder ninguna extremidad es prácticamente imposible. Por esta razón decidimos quemar a cada reno en su lugar”, explica Alexander Sokolov, director adjunto del Hospital Científico del Ártico, que forma parte del Instituto de Ecología de Plantas y Animales.
¿Qué otras consecuencias del calentamiento global?
La siguiente “sorpresa” como consecuencia del calentamiento global sigue siendo un misterio. En opinión de los científicos existe la posibilidad de que vuelvan a aparecer enfermedades “olvidadas” de los siglos XVIII-XIX como la viruela, así como otras nuevas infecciones anteriormente desconocidas procedentes de tumbas de mamuts.
El ecosistema del Ártico está cambiando. Las investigaciones del Hospital Científico del Ártico del Instituto de Ecología de Plantas y Animales, situado a escasas decenas de kilómetros de la zona de la infección, confirman este hecho.
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“Hace dos años se registró una tasa de mortandad de renos bastante más alta que la actual debido a unas lluvias heladas que se precipitaron sobre la tundra nevada, creando una sólida corteza en la superficie. Esta corteza impidió a los renos acceder al alimento”, declara Alexander Sokolov.
Los carroñeros son portadores potenciales de la plaga de Siberia. No obstante, según Sokolov estos animales no suponen una amenaza global.
“Si un zorro se come un trozo de carne infectada, lo más seguro es que acabe muriendo al cabo de dos o tres días. En ese tiempo no habrá podido alejarse mucho del foco de infección. En lo que respecta a las gaviotas, estas aves no están expuestas a la plaga de Siberia. Unos pocos ejemplares aislados no son capaces de transportar un número significativo de esporas al mismo tiempo. De modo que el riesgo de proliferación de la enfermedad no pasa de los diez kilómetros”, continua el científico.
Las autoridades ya han prohibido la caza de animales acuáticos en toda la región. Tampoco se recomienda a los ciudadanos recoger setas y bayas, una costumbre muy extendida en Yamalia.
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