Según un estudio publicado en Radiology, los jugadores de fútbol que golpean el balón con la cabeza pueden sufrir daños cerebrales, pérdida de memoria o de habilidad cognitiva.
Las lesiones cerebrales y los efectos a largo plazo de las conmociones cerebrales en el deporte se han convertido en un importante problema de salud en los últimos años, especialmente en deportes de impacto como el fútbol americano. Aunque el contacto con una pelota de fútbol normal podría parecer inofensivo, comparado con los placajes que se hacen en el americano, un jugador puede dar cabezazos cientos o miles de veces a lo largo de una temporada. Hasta ahora no se había estudiado el efecto acumulativo de estos golpes en el cerebro.
«Decidimos centrarnos en el fútbol porque es el deporte más popular», afirma el director del estudio Michael Lipton, de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York. «Millones de persona de todas las edades lo juegan, incluidos niños, y el daño que puede causar el balón es objeto de gran preocupación».
Lipton y sus colegas examinaron 37 jugadores aficionados, todos adultos, que habían jugado al fútbol durante una media de 22 años y lo habían hecho de forma regular durante el año anterior. Rellenaron una serie de formularios sobre su estilo de juego y la frecuencia con la que golpean el balón con la cabeza durante los partidos y los entrenamientos. Después les facilitaron tests de memoria y les hicieron resonancias magnéticas empleando imágenes por tensor de difusión, que analizan los cambios microscópicos en la materia blanca del cerebro, un tejido que transmite mensajes de una región del cerebro a otra.
El equipo descubrió que los jugadores tienen que golpear el balón con la cabeza un determinado número de veces durante la temporada antes de que la material blanca comience a mostrar anomalías. La cifra varía entre jugadores, pero por lo general, la media está entre 900 y 1 500 cabezazos por temporada. A partir de esas cifras, las anomalías cerebrales son más aparentes. Aquellos que lo hicieron más de 1 800 veces registraron peores resultados en los tests de memoria que los que lo hicieron con menos frecuencia. La diferencia en los resultados se situó entre el 10 y el 20 %.
«Para que consideremos las conclusiones con perspectiva, debo decir que todas las funciones de los jugadores se encontraban dentro de lo normal», aclara Lipton. «Se trata de profesionales y estudiantes perfectamente funcionales».
Entonces, ¿deberían los jugadores de fútbol, y los padres de los más jóvenes, preocuparse?
«Hasta ahora lo único que tenemos es la prueba de que hay una relación entre los cabezazos y lo que parece ser daño cerebral. Sin embargo, todavía no tenemos los datos que nos permitan generalizar los resultados. Mientras tanto, vigilar el número de cabezazos que hacen los jugadores podría ser una forma de evitar estos daños».
«Desde luego, quiero añadir que consideramos el fútbol una excelente fuente de beneficio físico. Lo que queremos es comprender el papel que juegan los cabezazos y saber cómo mejorar la seguridad de este deporte y facilitar su expansión», concluye.
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