El sabor, textura inconfundible y aroma de un atole que se precie de ser casero, solo se consigue tras una ardua labor de cocina, pero el factor tiempo suele ser un problema cuando se tiene un estilo de vida acelerado, de ahí el éxito de alimentos instantáneos.
En la localidad de San Pedro Tlalcuapan del municipio de Chiautempan, en el estado de Tlaxcala, los alumnos de Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyTE), Karen Zecúa Meléndez y Cristofer Bello Espinoza emprendieron el desarrollo de una bebida de “vierte, mezcla y disfruta” a la que llamaron “Masa-Tolli” instantáneo, presentado en la Expo Ciencias Nacional 2022.
La joven de 17 años, Karen Zecúa explicó que el proyecto principalmente busca rescatar las variedades de maíz criollo que son parte de la identidad culinaria de la región ya que han sufrido un desplazamiento, por ello utilizan como ingrediente principal el maíz azul nativo de Tlaxcala y consecuentemente idearon cómo podían integrar todo el proceso de preparación artesanal que se hace para un atole y así lograr un producto comestible final.
Ahorra tiempo, solo vierte, mezcla y disfruta
El atole es una bebida de herencia prehispánica que se ha conservado hasta la actualidad, es dulce y tiene como principales ingredientes el agua y maíz, tanto en Tlaxcala como en otros estados su consumo aún es muy arraigado.
Pero para poder disfrutar de esta bebida reduciendo el tiempo en su preparación al consumidor final, estos jóvenes de CECyTE explican que debieron someter a deshidratación y a un proceso de tamizado a todos los ingredientes del atole para lograr llevarlo a un vaso para su posterior consumo instantáneo.
El proceso de fabricación de “Masa-Tolli” instantáneo consistió en realizar un proceso de nixtamalización del maíz azul, es decir, la cocción alcalina del grano del maíz con cal, que después de cocerse se deja reposar en agua y se enjuaga. Después se pasó a la molienda de los granos cocidos hasta llegar a una masa, la cual es colocada en un recipiente con agua y canela hasta incorporar los ingredientes.
Luego de concluir con los pasos típicos de preparación de una receta tradicional del atole, los alumnos usaron un deshidratador casero “tipo invernadero” el cual consiste en el bombeo de aire caliente a 25 grados para convertir en costras el atole. Aproximadamente esta técnica requiere de 24 a 48 horas. Cuando logran obtener estas “costras” se trituran con el uso de molinos coloidales y finalmente se pasa a un proceso de tamizado, es decir, un método mecánico para separar las partículas más finas de los trozos que no quedaron molidos del todo.
Así lograron obtener un atole reducido en polvo, el cual según los alumnos conserva el sabor, aroma y textura de un atole cuando se le agrega el agua caliente.
El polvo tampoco necesita conservadores ya que gracias a su forma de fabricación el contenido puede tener una caducidad natural de seis meses en un vaso sellado que contiene una presentación de 65 gramos del atole en polvo para ser diluido en 200 mililitros de agua caliente.
Se le puede agregar algunos granos como nueces, o frutas deshidratadas durante su consumo si es que se prefieren endulzantes naturales.
Karen Zecúa y Cristofer Bello Espinoza junto con la asesoría de su tutor Jaime Meléndez Bello, están en proceso de patentar y registrar la marca pero también están abiertos a inversionistas que apuesten por la idea y el producto, el cual según los jóvenes tiene probabilidades de triunfar en el mercado.
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