El AirTag, concebido inicialmente para ayudar a los distraídos a encontrar sus dispositivos Apple, se ha convertido en una herramienta de acoso, motivando quejas de los usuarios y demandas judiciales a la marca de la manzanita.
Este sensor del tamaño de una moneda, que se puede comprar por 29 dólares en Estados Unidos, es “una forma muy fácil de rastrear cosas”, según el sitio web de Apple, que recomienda colgarlo en el llavero, o llevarlo en la billetera o mochila.
Cuando se conecta a una aplicación de teléfono inteligente, un AirTag ayuda a los usuarios a detectar la ubicación en tiempo real de sus pertenencias en caso de que se pierdan, pero el transmisor también puede rastrear a los humanos que llevan esos artículos, a veces sin su conocimiento.
Eso es lo que le sucedió a la cantante estadounidense Alison Carney en junio de 2022, cuando encontró un AirTag en su bolso mientras se preparaba para subir al escenario en un concierto en Chicago.
Carney dijo que no había puesto el AirTag allí y que nunca recibió una notificación de su iPhone advirtiéndole que se había encontrado un accesorio desconocido cerca.
Tras ese hallazgo ayudó a Carney a entender varios eventos confusos en su vida. Desde el final de su tumultosa relación amorosa, su exnovio había estado llamándola y enviándole mensajes incesantemente, incluso golpeándole la puerta en medio de la noche o apareciendo en los restaurantes donde ella estaba comiendo.
“Cuando encontramos este AirTag, quedó claro que no estaba loca. Sabía que alguien me estaba siguiendo”, dijo a la AFP la joven, que vive en Washington.
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