CIUDAD DE MÉXICO.- La diputada Laura Beristain Navarrete, del Congreso de Quintana Roo, expuso este miércoles en la UNAM la crisis hidrológica que vive dicho estado, derivada de una serie de factores diversos: características del suelo y los acuíferos, el histórico crecimiento poblacional y económico de la entidad, y el mal uso y manejo del agua. Este escenario es importante para conocer lo grave que puede ser la escasez del agua.
Quintana Roo tiene una población de un millón 325 mil 578 habitantes (INEGI, 2010), y cuenta con cobertura estatal de agua potable cercana al 98% (CAPA, 2011, pág. 8), ubicándose por encima de la media nacional (91.2%, CONAGUA).
No obstante, como consecuencia de las altas tasas de crecimiento poblacional aparecen asentamientos humanos irregulares, que carecen del servicio de agua formalmente, recurriendo a diversas prácticas para conseguirla: conexiones clandestinas a líneas de conducción y redes primarias; la compra de agua en pipas y pozos ilegales.
Tampoco cuentan con los servicios de drenaje sanitario y saneamiento, recurriendo a sistemas alternativos para la evacuación de las aguas residuales: letrinas, fosas sépticas mal diseñadas; afectando directamente a las corrientes de agua subterránea, y corriendo el riesgo de contraer enfermedades gastrointestinales y cutáneas, al consumir el agua subterránea o por realizar actividades recreativas en lagunas, cenotes, o el mar, puesto que estas corrientes se encuentran conectadas directamente con ellos, teniendo incluso repercusión y poniendo en riesgo la actividad turística.
Calidad del agua
Con respecto a la calidad del agua, Quintana Roo se divide en tres regiones geográficas: la costa tiene agua de regular calidad (sódico-clorurada); la parte central de norte a sur cuenta con agua de calidad media (cálcico bicarbonatada), y la parte oeste del estado, con aguas duras (sulfato cálcico).
El problema de dureza, rebasando los parámetros de la NOM-127-SSA1-1994, genera en los usuarios dermatitis, pérdida del cabello, problemas gastrointestinales y renales, y daños a las instalaciones sanitarias de los hogares, y electrodomésticos.
Para el año 2030 Quintana Roo alcanzará según datos de la Conapo una población cercana a los dos millones 232 mil 702 (tasa de crecimiento de 2.47 % anual), por lo cual va enfrentar una crisis de desabasto de agua potable.
En la Riviera Maya y Cancún el panorama es preocupante, ya que al igual que Los Cabos, las costas de Oaxaca, Guerrero, y Jalisco, alcanzaron desde 2006 su punto de quiebre en el que la demanda supera la oferta hídrica sustentable. Cancún inevitablemente tendrá que buscar nuevas fuentes de abasto de agua dulce antes del año 2030, ya que sus actuales fuentes hídricas se están agotando.
Privatización del agua
Otro conflicto que enfrenta la crisis hidrológica del estado es institucional, derivado del negocio de la privatización del sistema de agua potable desde 1993, en Isla Mujeres y Cancún, a la empresa Aguakán, quien a pesar de haber incumplido con los términos de la concesión, afectando a los ciudadanos con mal servicio y tarifas excesivamente altas, la corrupción les ha permitido ampliar el contrato hasta el 2053, y extenderlo a Playa del Carmen, municipio de Solidaridad, donde de manera ilegal se han hecho cargo de este servicio público con tarifas excesivas y pésima calidad de agua, desde el 2014.
La diputada ha realizado diversas acciones desde el Congreso: como solicitar la revocación de la concesión a Aguakán, la supervisión de la autoridad de salud y municipal respecto a la calidad del agua y una modificación a la ley de tarifas para reducirlas en más del 50%.
“El agua es un derecho humano, del agua depende la vida y la salud de las personas, por eso mi incansable lucha por este derecho”, sostuvo la legisladora líder de la bancada perredista en Quintana Roo.
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