Agencia EQR
PLAYA DEL CARMEN, Q. ROO.- Calles anegadas y grandes encharcamientos fue lo que dejaron a su paso las precipitaciones pluviales provocadas por el paso de la onda tropical 31, la cual se manifestó desde la mañana de ayer con lluvias torrenciales acompañadas de actividad eléctrica, condiciones que cesaron alrededor del mediodía.
Fue desde las 06:00 horas cuando se dejó venir un fuerte aguacero que vino acompañado de actividad eléctrica durante gran parte de la mañana, lo que obligó a cientos de ciudadanos a tener que sacar sus paraguas e impermeables para salir y realizar sus actividades.
En varias colonias y fraccionamientos la acumulación de agua pluvial fue uno de los principales problemas que desencadenó lenta circulación vehicular, incluso en algunos casos el nivel del agua rebasaba el nivel de las banquetas, lo que obligó a más de una persona a despojarse de su calzado para poder caminar entre el agua.
Tal fue el caso del fraccionamiento Villamar I, donde decenas de vecinos tenían que entrar al agua que les llegaba casi a la rodilla debido a la “laguna” que se formó sobre la avenida Playa del Carmen. Lentamente un ciclista atravesaba con cuidado la gran cantidad de agua en uno de los fraccionamientos que sufren de manera recurrente por los estragos de las lluvias.
En la colonia Nueva Creación, un grupo de trabajadores de Servicios Públicos tuvo que llegar a destapar las coladeras ante el reporte de los vecinos que veían preocupados como el agua subía de nivel amenazando con entrar a sus hogares.
En recorrido por la zona turística, la Quinta Avenida se mantuvo en calma, con pocos turistas caminando bajo la lluvia y con varios negocios que se mantenían cerrados, cubriendo mesas y sillas con plástico. Algunos restaurantes que ya tenían las puertas abiertas sirvieron de refugio para los visitantes que no podían divertirse en la playa; allí, los surfistas no perdieron la oportunidad de aventurarse al mar porque el oleaje permaneció en calma, con un mar que a pesar de todo permanecía cristalino, a un costado de una franja de sargazo que se extendía largamente.
Policías turísticos daban rondines de seguridad a bordo de una moto en la línea costera que permanecía sin novedad, con poca gente que se sumergía bajo mar Caribe bajo el cielo nublado. Guardias privados de los clubes de playa sin gran actividad porque los camastros lucían vacíos, mientras observaban una sesión de fotos a la orilla del mar, esperando a que se marcharan las lluvias y la llegada del turismo a la playa.
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