Organizaciones civiles de la frontera norte de México alertan de un incremento de jóvenes reclutados de manera forzosa por el crimen organizado, como muestran los casos de quienes llegan a solicitar ayuda tras escapar de los delincuentes.
Albert Rivera Colón, director de la asociación Ágape Misión Mundial, contó este martes a EFE que han encontrado a jóvenes que arribaron a la fronteriza ciudad de Tijuana para buscar asilo y protección en Estados Unidos tras huir de grupos criminales.
Pero el activista advirtió que los jóvenes y sus familias no hablan de ello por temor, lo que dificulta conocer una estadística y lo hace ser “un fenómeno silencioso que está pasando por aquí y del que todo el mundo tiene miedo de hablar e investigar”.
“Algunos padres tienen miedo de reportar teniendo conocimiento de que sus hijos están en cautiverio, además que no existen las garantías para ellos y, obviamente, temen que algo les pase a sus hijos. Es muy lamentable porque esto va en aumento, se debe hacer algo para prevenir y evitar que esto siga sucediendo”, manifestó.
La organización civil Reinserta estimó el año pasado que el crimen organizado ha reclutado a, por lo menos, 30.000 menores de edad a nivel nacional.
Siete años obligado a trabajar para el crimen
Un joven, que se identificó como ‘Jorge’ por seguridad, relató a EFE que, tras terminar la escuela secundaria, con 15 años de edad, un grupo armado lo capturó cuando volvía a su casa de una fiesta en Michoacán, estado del occidente del país.
Lo llevaron a un lugar en el que le dijeron que, a partir de ese momento, trabajaría para ellos o, de lo contrario, lo matarían a él y a toda su familia.
Él tenía planes de continuar el bachillerato y estudiar Criminología en la universidad, pero ese día su vida cambió y no tuvo otra opción más que aceptar.
“Me levantaron hombres encapuchados y armados. Me amenazaron tanto físicamente como verbalmente, y me dijeron que si yo no trabajaba para ellos iban a matarme a mí y a toda mi familia”, contó.
Durante varios meses su madre no supo de él, hasta que le permitieron comunicarse con ella solo para decirle que “estaba bien”, pero que no fuera a hacer nada y se mantuviera callada.
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