CIUDAD DE MÉXICO.- Dulcilí, muchacha ingenua, les anunció a sus papás que estaba un poquitito embarazada. “¿Cómo?” -exclamó desolada su mamá. “El cómo ya me lo imagino -rebufó el padre-. Lo que quiero saber es el con quién”. Hablando de un hecho consumado dijo alguien: “A lo hecho pecho”. “Sí -confirmó solemnemente Babalucas-. O si no, biberón”. La futura madre quiso conocer la carta astrológica de su bebé. Para tal fin acudió a la consulta de una astróloga. Le preguntó la mujer: “¿Bajo qué signo concebiste a tu criatura?”. Le informó la muchacha: “Bajo uno que decía: ‘No pise el césped'”. La señora Mo Bydick, robusta dama, fue a comprarse un vestido. La encargada de la tienda le mostró uno, y le indicó dónde estaba el vestidor para que se lo probara. Poco después apareció doña Mo. Le preguntó la vendedora: “¿Le quedó el vestido, señora?”. “No sé -respondió ella, apenada-. El vestidor no me quedó”. Susiflor regresó de su luna de miel. Una amiga le comentó: “Se ve que estás feliz”. Contestó la recién casada: “Más felices aún están mis piernas”. “¿Tus piernas? -se extrañó la amiga-. ¿Por qué?”. Explicó Susiflor: “Están acostumbradas a estar juntas, y estas dos semanas estuvieron casi todo el tiempo separadas”. Leamos esto: “. Amo a mi esposo. Mi amor por él es inmutable, y está lleno de compasión. Comprendo su error y lo perdono. Sus humanos desvíos no me apartarán nunca de su lado. A pesar de sus culpas estaré con él por siempre.”. Esas palabras las dijo Hillary Clinton en 1998, cuando se conoció la “relación inapropiada” de su marido con Monica Lewinsky. Después se sabría del inmenso dolor -y el gran enojo- que la conducta del entonces Presidente de los Estados Unidos causó a su esposa. Sólo a través de la oración pudo ella superar ese difícil trance. La decisión de conservar su matrimonio, sin embargo, fue reconocida por la mayoría del pueblo norteamericano, que le expresó su solidaridad elevando su índice de popularidad hasta un 70 por ciento de aprobación. Un sector del movimiento feminista le reprochó haber asumido esa actitud de perdón ante el comportamiento de su esposo, pero incluso esas feministas radicales acabaron al paso del tiempo por darle la razón. Yo digo que una persona de ese temple, ese buen juicio y esa calidad humana tiene sobrados méritos para ser la primera mujer que llegue a la Presidencia de los Estados Unidos, y más cuando su rival es un hombre tan machista, atrabiliario, altanero e ignorante como Donald Trump. La mayoría de los electores norteamericanos, tanto demócratas como republicanos, son ciudadanos conscientes que saben lo que conviene a su país y al mundo. Serán ellos los que con su voto llevarán a Hillary Clinton a la Casa Blanca. En la puerta del Cine Coloso la chica le dijo muy molesta a su galán: “No te hagas el tonto, Fecundino. En mi mensaje te pedí que me llevaras al gine-cólogo”. Don Atenógenes visitó a en su granja a su compadre don Poseidón, que lo invitó a cenar. Entrada ya la noche el huésped se dispuso a retirarse, pero en eso estalló una terrible tempestad. “Así no puede usted irse, compadre -le dijo don Poseidón-. Quédese a dormir con nosotros”. Sucedió que la única cama disponible era donde dormían los esposos, de modo que don Atenógenes tuvo que compartir el lecho con sus anfitriones. Al día siguiente, al despedirse, el invitado llamó aparte a don Poseidón y le dijo: “Lamento mucho decirle esto, compadrito, pero su esposa, mi comadre, es una piruja”. “¿Por qué lo dice?” -preguntó el otro. Explicó don Atenógenes : “Toda la noche me tuvo agarrado de allá donde le platiqué”. Dijo don Poseidón: “Fui yo quien lo tuvo agarrado de ahí, compadre. Perdóneme la desconfianza”. FIN.
MIRADOR
Historias del señor equis y de su trágica lucha contra La Burocracia.
El Funcionario del Estado hizo llamar al señor equis y le dijo:
-A partir de hoy pagarás más Impuestos.
Preguntó con angustia el señor equis:
-¿Cuánto más?
El Funcionario preguntó a su vez:
-¿Cuánto ganas?
Tembloroso le informó el señor equis:
-Cien.
-Qué coincidencia -se alegró El Funcionario-. Precisamente eso es lo que tendrás que pagar.
El señor equis se echó a llorar. Le suplicó al Funcionario que por lo menos le dejara algo para comer al menos una vez al día.
-Está bien -accedió el Funcionario, magnánimo-. Pero pagarás otro Impuesto por comer.
El señor equis sufre. El Funcionario no.
¡Hasta mañana!
MANGANITAS
“El sexo ha invadido el cine.”.
Nadie le haga al avestruz:
la situación ya es tan mala
que el sexo invade la sala
cuando se apaga la luz.
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