Las redes sociales convocaron a una protesta pacífica que se vio truncada por los elementos de Seguridad al aproximarse al Zócalo
CIUDAD DE MÉXICO.- Un grupo de personas unió sus gritos ayer para exigir la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto.
Convocados a través de redes sociales bajo la consigna #RenunciaYa, al Ángel de la Independencia llegaron oficinistas, estudiantes, familias con niños y adultos mayores.
“Estamos hartas de tantas injusticias y de este presidente. Espero que la ley y los ciudadanos podamos lograr esa renuncia”, expresó Ana, de 28 años, quien marchó junto a su hermana y su madre.
Pobladores de Atenco portaron machetes y corearon sin cansancio la consigna “Ni perdón ni olvido, ¡castigo a los asesinos!”.
“Ni perdón ni olvido, ¡castigo a los asesinos!”
Atrás de ellos, jóvenes cargaron con cazuelas, banderas pintadas de negro, banderas blancas con la leyenda “Fuera Peña” y letreros que vendedores ambulantes ofertaron a 10 pesos la pieza.
Adultos mayores, algunos en bastón y silla de ruedas, acusaron dificultad para acceder a la salud y a las pensiones.
“Desde hace dos años o más sufro que en el sector salud no hay medicamentos, no hay insumos. ¿Qué va a pasar con nosotros?”, criticó Alejandra Yedena, de 58 años.
También llegaron colectivos feministas, de la comunidad LGBT, campesinos, maestros y sindicalistas.
Madres de los 43 normalistas desaparecidos marcharon con las imágenes de sus hijos alrededor de su cuello.
La movilización avanzó pacíficamente hasta que vio truncado su paso hacia el Zócalo, a la altura del Palacio de Bellas Artes, donde granaderos y policías de Tránsito impidieron su avance.
Algunos jóvenes que ocultaron su rostro con playeras lanzaron cohetes contra los policías; otros empujaron e insultaron para que los dejaran pasar.
Tras una hora de tensión y de lluvia, los manifestantes se dispersaron, muchos insatisfechos por no llegar al Zócalo para que el presidente los escuchara gritar.
MIENTRAS, EN EL ZÓCALO
El presidente Enrique Peña Nieto cumplió con el protocolo de la ceremonia del Grito de la Independencia acompañado de invitados de la sociedad civil, en Palacio Nacional.
A las 22:49 se abrieron las ventanas del balcón principal y 10 minutos después, entre gritos de priistas mexiquenses de “¡Peña! ¡Peña!” instalados en las primeras filas del Zócalo, soltó la arenga tradicional.
“Vivan los héroes que nos dieron patria y libertad. Viva Hidalgo. Viva Morelos. Viva Josefa Ortiz de Domínguez. Viva Allende. Viva Aldama. Viva Galeana. Viva Matamoros. Viva Guerrero. Viva la Independencia Nacional”.
Luego vinieron los “Viva México”.
Para ese momento sólo él aparecía en el balcón y, con el arranque de los juegos pirotécnicos, aparecieron los seis hijos de él y su esposa Angélica Rivera.
Aunque la presidencia presumió a los invitados especiales como la novedad en la celebración, éstos quedaron en los balcones más alejados del de Peña Nieto, pues los primeros fueron para sus hermanos, mamá, primos, sobrinos, y para los miembros del Gabinete presidencial y sus familias.
En total fueron 650 ciudadanos, entre directores de organizaciones no gubernamentales, rectores de universidades, artesanos, investigadores, defensores del medio ambiente, emprendedores, productores del campo, chefs, becarios y beneficiarios de programas sociales.
Además se convocó a seis derechohabientes del IMSS que recibieron trasplantes del corazón o riñón y a líderes de comunidades indígenas.
El presidente también pidió que participaran elementos de las Fuerzas Armadas que han sido reconocidos por su participación en la lucha contra la delincuencia y labores sociales.
Estos se unieron a otros 200 invitados tradicionales: funcionarios, representantes del Congreso y del Poder Judicial, mandos militares y familias.
Como no se dieron abasto los 17 balcones para los 850 asistentes, en esta ocasión el piso de arriba también fue abierto para los participantes y se saturaron algunas ventanas.
Una vez que se cerraron los ventanales del balcón principal, el presidente recorrió los salones donde se formaron los invitados para saludarlos prácticamente de mano a cada uno.
Debido a que por segundo año no hubo cena, los invitados llevaron la fiesta a otro lado.
Foto: Agencia Reforma
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