Está abierto un nuevo frente entre México y Estados Unidos ahora por el agua que comparten sus fronteras. El gobierno del presidente Donald Trump exige el pago de millas de metros cúbicos de afluentes del Río Bravo que México no ha podido entregar por las sequías que afectan su territorio.
Como medida de presión, Estados Unidos negoció por primera vez la entrega de agua del Río Colorado a Tijuana, Baja California, hasta que México se ponga al corriente con su parte del líquido. En su momento, la presidenta Claudia Sheinbaum declaró que su administración cumplirá con las cuotas de agua, establecidas en el tratado de 1944, firmado entre ambos países. Sin embargo, los especialistas en la materia lo ven muy difícil porque las presas tienen bajos niveles de agua.
En noviembre de 2024, el Gobierno mexicano propuso utilizar otros afluentes no incluidos en el convenio de aguas original, para cumplir su responsabilidad, lo que aumentará la sequía en los estados del norte.
El problema por el agua entre las dos naciones se da en medio de un contexto político y económico complejo, provocado por las continuas amenazas de Trump de imponer más aranceles a México. También sucede mientras México se enfrenta a sequías más extensas y prolongadas sin políticas nacionales de uso sustentable de agua y recarga de acuíferos.
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