Agencia EQR
COZUMEL, Q. ROO.- La fiesta del “Día de Muertos” es la mejor ventana hacia las tradiciones mexicanas más espectaculares. En la isla de Cozumel los primeros días del mes de noviembre, los aromas y colores de los platillos ceremoniales brotan de las cocinas y de los hornos abiertos en los patios, recorren las calles y se mezclan con el aroma de la costa.
Desde antes del amanecer, en las casas más tradicionales de la ciudad y sus alrededores comienzan a cocinarse los platillos típicos del Hanal Pixan, algunos de los cuales son cocidos bajo tierra.
El mercado de Cozumel se llena de vendedores de dulces típicos y de los ingredientes especiales para los platillos que dicta la tradición. Para el mediodía, los altares en las casas, las plazas públicas y los cementerios ya están repletos de alimentos preparados con el amor que aún inspiran los seres queridos que ya no están, pero que vuelven, sólo por unos instantes, a convivir con sus familias.
Todo el misticismo de las festividades del “Día de Muertos” se mezcla con un clima espectacular, de mediodías soleados, cálidos y atardeceres frescos. La temperatura del mar y la del viento parecen ponerse de acuerdo.
Los panteones, aunque no tan visitados como en otros lugares, se llenan de gente para limpiarlos, prender sus velas y veladoras a sus seres queridos que han dejado este plano terrenal.
La misa de acción de gracias a los difuntos se realizó con toda tranquilidad y con un lleno total en el Panteón Mansión de Paz y el cementerio del centro, pues en los dos, se realizaron estas actividades a la misma hora (11 de la mañana).
La venta de flores, veladora y velas en la entrada de los panteones, así como en los establecimientos, estuvo regulada por la Profeco para evitar precios excesivos y que no estén a la vista, por lo que días antes realizaron un operativo de exhorto.
En la casa de la familia Cupul, desde muy temprano se despertaron para cocinar y a las 12 del día ya estaba listo su altar dedicado a los santos difuntos.
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