CIUDAD DE MÉXICO.- Todas las tardes un hombre joven llegaba a la farmacia y pedía un condón. Luego, por la noche, llegaba de nueva cuenta y pedía otro condón. Y así día tras día; dos veces diarias; de lunes a domingo. Por fin el farmacéutico le dijo: “Es muy satisfactorio para nosotros tener un cliente como usted, joven; pero, si me permite una sugerencia, ¿por qué mejor no se la plastifica?”. Declaró Babalucas: “No soy supersticioso. Eso podría traerme mala suerte”. El recepcionista del hotel le informó al recién llegado: “La habitación cuesta sólo 400 pesos la noche, pero usted mismo tendrá que hacerse su cama”. Replicó el hombre: “No hay problema”. “Bien -dijo entonces el del hotel dándole la llave-. En el clóset encontrará usted madera, clavos y martillo”. La señora le comentó a su marido cuando se iban a acostar: “Estamos hechos el uno para el otro, viejo. Tú nunca puedes y yo jamás tengo ganas”. Un individuo acudió a la consulta del doctor Ken Hosanna y le dijo lleno de angustia: “Doctor: a consecuencia de una enfermedad tropical mi parte de varón se llenó de agujeros. Cuando voy al baño a hacer del uno aquello es una de chisguetes que no vea usted. ¿Hay algún remedio para mi mal?”. El médico le echó una ojeada a la susodicha parte y luego le anotó al paciente una dirección en un papel. Preguntó esperanzado el individuo: “¿Me envía usted con un especialista?”. “No -respondió el facultativo-. Lo envío con un profesor de flauta. Él le enseñará cómo evitar esos chisguetes”. Vientos de fronda soplan sobre Veracruz. Todo indica que el gobernador Duarte ha sido escogido por el prigobierno para dar trazas de combatir la corrupción reinante en el sexenio y tratar de demostrar que la impunidad no es una de las notas que caracterizan al régimen de Peña Nieto. Maniobra desesperada es ésa, desde luego, nacida no de la voluntad política de la administración o del partido oficial, sino forzada por la presión creciente de los ciudadanos. Creo que de nada servirá ya lo que hagan el Gobierno y su partido para intentar posicionarse mejor de cara a la elección presidencial. La irritación de la ciudadanía es demasiado grande como para desaparecer con solo un escarmiento o dos. Según se ven las cosas, por lo que hace al 2018 el PRI debe darse por perdido desde ahora. Anoten mis cuatro lectores ese jofor, y dejen su cumplimiento al tiempo. (“Lo dejaré -accede un atento lector. Pero ¿qué demonios es eso de ‘jofor’?”. El jofor era un augurio o vaticinio que hacían los moros de la España andaluza valiéndose de una membrana de camello que usaban para propósitos de adivinación. Los jofores, según se dice, tenían un promedio de acierto del 92 por ciento, considerablemente mayor que el que logran los apostadores de Las Vegas o las casas encuestadoras de hoy). Un fatigado gallo decía entre jadeos: “Hacerles el amor no es lo que cansa. Lo que jode bastante es ir tras ellas”. (Recordemos la mexicanísima jaculatoria: “¡Ay, quién tuviera la dicha del gallo, / que nomás se le antoja y se monta a caballo!”). Don Martiriano, el sufrido esposo de doña Jodoncia, le dijo al médico de la familia: “Doctor: mi mujer se quedó completamente afónica; no puede hablar, y me envió a pedirle una cita urgente. ¿Podría dársela, por favor, para dentro de unos cuatro o cinco meses?”. Pepito rezaba devotamente de rodillas en su cama. “¡Por favor, Diosito! -rogaba suplicante-. ¡Haz que Tokio sea la capital de China!”. Le preguntó su padre, extrañado: “¿Por qué pides eso?”. Explicó el chiquillo. “Porque fue lo que puse en el examen”. Un adolescente le dijo a otro: “Creo que podrías llamarme bígamo. A veces cambio de mano”. (No le entendí). FIN.
MIRADOR
“Cantando la cigarra pasó el verano entero”.
Cuando llegó el invierno no tuvo nada qué comer.
La hormiga trabajó todo el verano.
Cuando llegó el invierno no tuvo nada qué cantar.
Eso sucedió en la fábula.
En las fábulas las cigarras son tontas, y las hormigas son malas.
Pero la vida no es tan cruel como las fábulas. En la vida hay muchas cigarras sabias y muchas hormigas buenas. Esas cigarras cantan, pero también trabajan. Y esas hormigas trabajan, pero también cantan. Así, las cigarras tienen pan qué comer, y las hormigas tienen canciones qué cantar.
Los que se quedan sin comer y sin cantar son los fabulistas. Ellos sí son tontos y malos. Por eso se la pasan dando lecciones de moralina a los demás, e imponiéndoles su concepto de moral.
Por eso son fabulistas,
¡Hasta mañana!
MANGANITAS
“En el museo se halla la estatua de un joven atleta con su parte de varón cubierta por una hoja”.
Una cierta señorita
de criterio algo gazmoño
está esperando el otoño
para que caiga la hojita.
Armando Fuentes
Sé el primero en comentar