CIUDAD DE MÉXICO.- El gerente de la compañía oyó decir que el empleado Ovonio Grandbolier era muy flojo. Tomó el teléfono y le dijo: “Eggón: le voy a bajar el sueldo”. “No se moleste, jefe -respondió el grandísimo haragán-. Yo subiré a recogerlo”. El vaquero Tom iba por la llanura cuando oyó gritos de mujer. Al galope de su caballo acudió al lugar de donde provenían los gritos y vio ahí a una hermosa mujer desnuda atada por las manos a la rama de un árbol. “¡Auxilio, señor vaquero! -clamó con desgarrado acento la muchacha-. ¡Unos pieles rojas nos atacaron! ¡Se llevaron a mi marido; incendiaron la carreta; se robaron los caballos y vacas que traíamos, y a mí me dejaron aquí, sin ropa y amarrada!”. Dijo el vaquero al tiempo que empezaba a desatarse el cinturón: “Definitivamente, linda, creo que éste no es tu día”. El médico rural se dirigió al fornido mancebo que recién se había casado: “Te felicito, Garañolo. Tu esposa está embarazada”. “No me sorprende -respondió tranquilamente el mozallón-. Desde que nos casamos le di tres oportunidades cada noche para que se embarazara”. Una mujer subió al autobús seguida por una bulliciosa turba de seis niños y seis niñas. Le preguntó un amable señor: “¿Son todos suyos, señora, o es un picnic?”. “Todos son míos, caballero -respondió ella-. Fueron 12 picnics”. Me pregunto cuántos votos está perdiendo cada día el PRI por causa de los errores del gobierno. (También me pregunto cuál es la capital de Dakota del Sur). Tal parece que algunos funcionarios de la administración peñista no se han dado cuenta de que en el 2018 habrá elección de Presidente. El aumento en el precio de las gasolinas; la culpable tolerancia ante los abusos de la CNTE; el desastrado asunto de la llamada “casa blanca”; las numerosas muertes habidas; la impunidad con que se favorece a quienes muestran indicios de un enriquecimiento inexplicable fácilmente explicable, todo eso tiene crispada a la ciudadanía. Muy poco tiempo falta ya para la elección presidencial, y se diría que desde ahora el prigobierno está haciendo lo posible por perderla. En las actuales circunstancias un nuevo triunfo priista en la elección presidencial se antoja imposible. Los electores se sienten agraviados por un gobierno que se ha mostrado omiso en unos casos e ineficiente en otros. Será difícil que esos indignados, que suman millones, le den su voto al PRI. He dicho que considero que ese partido deberá conformarse con un tercer lugar en la elección. Cada día me convenzo más de que ese vaticinio no está desencaminado. En el edificio vivía una estupenda morenaza dueña de ubérrimos encantos. Al llegar la noche se aligeraba la ropa sin bajar la cortina de su alcoba, y luego se tendía en la cama llevando encima únicamente el peso de su voluptuosidad. Todas las señoras del edificio estaban furiosas por aquella exhibición impúdica. Todas, menos, una. Le preguntaron las otras: “¿No te molesta eso?”. “¡Claro que no! -respondió ella, feliz-. ¡Es lo que le echa a andar la maquinita a mi marido!”. El siquiatra le preguntó al señor que acudió a su consulta: “¿Qué le hace pensar que su esposa es frígida?”. “Bueno -explicó el hombre-. Cada vez que abre la boca para decirme que no, se le enciende adentro un foquito”. Pomponona, mujer en flor de edad, desposó a don Gerontino, caballero de muchos calendarios. Al poco tiempo de casada les contó a sus amigas: “Mi marido se parece a mi vestido de novia”. “¿Por qué?” -preguntaron ellas, que no entendieron aquella insólita comparación. Explicó Pomponona: “Nada más me sirvió el día que me casé”. FIN.
MIRADOR
Don Zenón, vecino del Potrero de Ábrego, es dueño de los siguientes bienes:
– Una labor pequeña.
– Un cuarto hecho de block.
– Un burro; un marrano; una docena de gallinas y 20 cabras que él mismo pastorea.
-Dos mudas de ropa; un par de guaraches y un sombrero.
Chebo, también vecino del rancho, vive en un jacal de tierra con techo de palma, y a más de lo indispensable para no andar desnudo y no morirse de hambre tiene nomás un perro que se llama perro.
Don Zenón se siente muy satisfecho de sí mismo porque siempre saluda a Chebo. Dice solemne:
-No porque uno sea rico y él pobre le va uno a negar el saludo.
El otro uno, que es uno, oye a don Zenón y piensa que todo en la vida es relativo.
Hasta uno.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
“. Los polacos se entregan a la religión.”.
Esa noticia destaca
algo que me inquieta a mí:
los religiosos aquí
se entregan a la polaca.
Armando Fuentes
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