CANCÚN, Quintana Roo.-
A los constructores nos encantaría hacer casas más grandes porque son más cómodas, agradables para vivir y resultarían mejor negocio, pero no es factible porque la tierra y la mano de obra son caras y los tramites son “terriblemente caros”, manifestó Ari Adler Brotman, vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi), delegación Quintana Roo.
Dotar de servicios a un terreno nos cuesta una cantidad fija y quisiéramos hacer casas de 100, 200 o 300 metros sobre una urbanización que ya nos costó una vez, pero si las hacemos de ese tamaño nadie las podría comprar, subrayó.
En ese sentido, dijo que la principal limitación es la capacidad de compra de los derechohabientes, que está dada por el monto máximo del predio, de modo que se ven obligados a hacer la casa más grande que permite el mercado. “Si la hiciéramos dos metros más grande ya no quedaría en el cajón salarial que corresponde y nadie podría comprarlas”.
Por otro lado, dijo que luego de que en junio o julio quedaron definidas las reglas para el negocio inmobiliario, y que los desarrolladores ya saben en qué terreno están trabajando, se esforzarán por recuperar lo perdido, aunque no logren lo que estábamos acostumbrados a lograr.
Las reglas no son muy favorables para nosotros, pero las vamos a acatar y espero que los ritmos de ventas, que ya se están recuperando, lleguen a niveles normales y podamos tener un 2020 como estamos acostumbrados. Es pronto para decir, pero creo que este año nos vamos a quedar 15 ó 20 por ciento por debajo de la meta, pero esperemos que el año próximo se recupere el ritmo, expresó.
El entrevistado comentó que cada año se construyen 17 mil viviendas en el Estado, las cuales abarcan todos los rangos, pero el más importante es de entre 500 mil y 800 mil pesos y se venden por medio del Infonavit.
Asimismo, dijo que otro tema que frenó la venta de viviendas es la inseguridad, pues la gente está pidiendo casas en privadas, con control de acceso y administrar con sus propios comités. “Nosotros que tenemos el termómetro del mercado, tratamos de dar esa atención a la gente”.
La gente está buscando células pequeñas dentro del fraccionamiento, de 40-50 casas, donde todos se conozcan y se pueda detectar fácilmente si hay un extraño y si alguien está realizando una actividad rara. Los vecinos en México son muy sociables, la gente tiende a conocer a sus vecinos.
Por último, dijo que eso encarece un poco la vivienda, pero también la hace más deseable.
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