Este 7 de abril, la aldea filipina de San Pedro Cutud, al norte de Manila, volvió a recrear este Viernes Santo sus famosas crucifixiones en las que penitentes cargan con las cruces y luego son clavados en los maderos, tras tres años de cancelaciones por la pandemia del COVID-19.
Mientras que buena parte de los católicos filipinos celebran la Semana Santa visitando iglesias y viendo procesiones, algunas aldeas ponen en escena espectáculos sangrientos que incluyen flagelantes que se azotan con látigos y crucifixiones, a pesar del rechazo por parte de Iglesia a estas tradiciones.
Las crucifixiones más famosas son las de San Pedro Cutud, una pequeña aldea situada en la provincia de Pampanga donde su crucificado más célebre, Rubén Enaje, de 63 años, fue clavado en la cruz por trigésima cuarta vez.
En los últimos tres años, las autoridades locales de San Fernando de Pampanga, donde se encuentra San Pedro Cutud, han cancelado las recreaciones en la cruz debido al COVID-19.
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