CANCÚN, Q. ROO. –Finalmente y contra una gran oposición, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) dio luz verde al polémico proyecto Hard Rock Riviera Cancún de 1,800 habitaciones, que se construirá en el kilómetro 17.5 del bulevar Kukulcán a cargo de la firma RCD Resorts, de Roberto Chapur.
Grupos ambientalistas como Gema (Grupo Ecologista del Mayab) y el propio Centro Mexicano de Derecho Ambiental ya habían hecho patente sus objeciones al proyecto desde octubre de 2016, cuando representantes de RCD Resorts hicieron una presentación pública del mismo, donde lisa y llanamente exigieron a Semarnat desechar el proyecto por los altos riesgos que supone para las dos áreas naturales protegidas entre las que pretende construirse: Manglares de Nichupté y el Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc.
Cabe señalar que los promoventes del proyecto han evadido identificarlo con la marca Hard Rock, pese a que desde 2015 el propio director de RCD Resorts, Roberto Chapur, convocó a conferencia de prensa para colocar la primera piedra de este inmueble bautizado desde entonces como el Hard Rock Riviera Cancún. Hoy se sabe que en ese entonces no contaban con los permisos para construir el hotel.
El 22 de septiembre de 2016, la consultora ambiental Crystal Lagoons fue la encargada de exponer los detalles del complejo, el cual aseguraron que “es y será un ejemplo de desarrollo sustentable que cumplirá a cabalidad con la normatividad aplicable.
La inversión aproximada es de US $225’414,000 dólares, proveniente en parte de financiamiento de bancos mexicanos y recursos propios del grupo de inversionistas… será una de las más representativas en los últimos años para el estado de Quintana Roo y sin duda, un inyector de nuevas y mejores fuentes de empleo para miles de empresas y familias quintanarroenses”, se añade en la ficha técnica difundida durante la sesión.
Se dijo que en esa ocasión que el hotel requerirá de aproximadamente 150 proveedores de servicios en la etapa de construcción y 400 en la de operación; proyectan recibir anualmente 212,000 huéspedes, con un gasto promedio de 350 dólares por persona en servicios turísticos prestados por terceros (tours, taxis, renta de autos, guía de turistas, parques, marinas, buceo, entre otros). Su construcción y operación generará 8,500 empleos directos e indirectos (correspondiendo 5,500 a la etapa de construcción y 3,000 a la operativa), que en su gran mayoría serán contrataciones de gente de la zona.
Contará con 2 torres de 10 niveles, que albergarán 1,789 habitaciones, spa, asoleaderos, caminos, albercas, jacuzzis, piscina Crystal Lagoon, restaurantes, salones de eventos y convenciones.
OBJECIONES AMBIENTALES
Aracely Domínguez, presidenta de Gema, aseguró en ese entonces que el proyecto tal como fue presentado tiene muchas carencias de información e ilegalidades en lo ambiental. La Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) ni siquiera menciona que el hotel se ubicará frente a un arrecife, aseguró.
“Cómo pretenden hacer creer que una estructura de 59 metros de alto por 160 metros de largo, con una laguna cristalina que es como una playa artificial enfrente de la playa, no va a afectar nada; como si esto no fuera a modificar corrientes marinas, corrientes de viento, pero sobre todo el arrecife de coral que está enfrente”.
La activista dijo que el hotel tampoco es compatible con los instrumentos de ordenamiento urbano, como el Plan Director de la Zona Hotelera de Cancún, al rebasar densidades de construcción para una zona tan frágil como lo es Manglares de Nichupté, respecto de la cual el hotel se ubicará a menos de 100 metros.
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