Argentina comenzó este miércoles la media jornada de huelga general, convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT), principal central sindical del país, y secundada por partidos políticos y organizaciones sociales y de derechos humanos, entre otras, que supone el primer paro de estas características desde 2019.
Con la medida, convocada entre las 12.00 (15.00 GMT) y las 00.00 hora local (03.00 GMT del jueves), el movimiento sindical argentino exhibirá su fuerza para protestar contra las reformas del Ejecutivo del ultraliberal Javier Milei, que buscan desregularizar la economía y desarmar la estructura del Estado como se conoce hoy.
Aunque el transporte público seguirá funcionando hasta las 19:00 hora local (22:00 GMT), lo que da una apariencia de normalidad en las calles de Buenos Aires, decenas de miles de personas están concentradas desde primera hora de la mañana en los alrededores de la Plaza del Congreso, epicentro de la movilización convocada por la CGT.
Tanto la Policía de la Ciudad de Buenos Aires como fuerzas federales participan en el operativo que, según indicó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, cumplirá el protocolo ‘antipiquetes‘ que implementó su cartera y que, inicialmente, impide que la marcha transcurra cortando el tráfico.
Las reuniones mantenidas entre el sindicalismo y las autoridades locales con el fin de evitar disturbios o altercados llevaron a diseñar un plan para el despliegue de las distintas columnas de las agrupaciones participantes y su llegada al lugar donde la CGT hará su discurso en torno a las 14:30 hora local (17:30 GMT).
Numerosas pancartas de colectivos y banderas argentinas ponen el color a una jornada que, por el momento, transcurre con normalidad.
Es la primera huelga general convocada en Argentina desde el 29 de mayo de 2019, durante el Gobierno del centroderechista Mauricio Macri (2015-2019), bajo cuya gestión hubo cinco.
En la gestión del peronista Alberto Fernández (2019-2023), pese a las cifras socioeconómicas que derivaron en un cierre de diciembre con un 211,4 % de inflación anual, la más alta del mundo, superando a Líbano y Venezuela, y un 40 % de pobreza, no se hizo ninguna.
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