Así es la vida en el penal de Apodaca, prisión donde será trasladado ‘El Bronco’

El exgobernador fue detenido por el desvío de recursos públicos, humanos y materiales para la recolección de firmas.

Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, ex gobernador de Nuevo León, fue detenido por las autoridades este martes mientras salía de un rancho de General Terán, Nuevo León.

Fuentes estatales revelaron que los motivos de la detención son por hechos relacionados a las “Broncofirmas”, desvío de recursos humanos y materiales.

El exgobernador será trasladado al penal de Apodaca; Eduardo Guerrero Durán, asesor penitenciario en Nuevo León, mencionó antes de entrar al Centro de Reinserción Social número 2 en Apodaca, Nuevo León: “los internos nunca te mirarán. Cuando saben que entra una autoridad, te muestran la espalda y se quedan quietos, con las manos en la espalda”.

Impactante resultó caminar por los pasillos de este nuevo penal que alberga a internos que fueron parte del mítico Topo Chico, y que sí, al vernos pasar, parecían imantados al suelo. Nadie va esposado. Todos ellos caminan con las manos atrás y cuando ven a alguna autoridad, en efecto, dan la espalda mientras nosotros seguimos con ellos nuestro camino.

“Ya no hay ratas, ni cucarachas. Aquí tenemos un baño que está limpio. Allá todo estaba sucio, no teníamos oportunidad de nada. Aquí hasta podemos estudiar, ¿quién lo dijera? Estudiar…”, dice uno de los internos mientras nos da la espalda, mirando hacia la pared gris de su celda. Tan gris como su perdida mirada.PUBLICIDAD

‘Que haya prosperidad siempre para Nuevo León’

Eso es lo que se escucha decir a lo lejos a uno de los reclusos que permanece al interior de su celda mientras Cultura Colectiva News entra por vez primera a este Centro de Reinserción Social número 2 en Apodaca, Nuevo León. “Parece una cárcel de esas que ves en las películas de Estados Unidos, ¿a poco no?”, agrega. Y tiene razón en decirlo así.

A diferencia de Topo Chico, en donde incluso se realizaban sacrificios humanos para ofrecer a la Santa Muerte, en donde había un bar en el que se servían clamatos y gomichelas, en el que se realizaron crímenes inhóspitos bajo un autogobierno descontrolado, esto claro que es un palacio. Pero uno que lleva decenas de pasillos, que cuando lo transitas pareciera un loop infinito a través de un laberinto sin salida.

Las torres de seguridad son tan altas que es poco probable ver desde ahí a quienes resguardan este penal que ya cumplió un año de albergar a estos presos que vienen de uno de los penales más violentos en la historia de México: Topo Chico.

‘Acá tenemos la oportunidad de estudiar’

Quizá uno de los temas más importantes a tratar para el actual gobierno es la reinserción social de decenas de presos que se encuentran en los distintos penales de nuestro país. En el de Apodaca, por ejemplo, se les da clases que alcanzan desde las artes, hasta disciplinas más rectas como el derecho.

Diseñar estrategias de reinserción social que garanticen que la población reclusa pueda reincorporarse a su comunidad de manera productiva tendría que ser una precaución de cualquier sistema penitenciario. ¿Lo logran en Apodaca? “Nos dan clases, yo he aprendido muchas cosas, yo quiero salir, quiero tener la oportunidad de trabajar, de alimentar a mis hijos. Yo acá estoy haciendo mi trabajo, pero falta que allá afuera nos quieran apoyar”, dice uno de los internos a quien llamaremos Luis.

‘Se siente uno seguro’

‘Aquí está muy limpio’ dice Luis. ‘A diferencia de Topo Chico, la vida aquí quizá es más estricta, pero limpia. A mí me gusta trabajar, no me gusta estar sin hacer nada. Los días se pasan más rápido aquí’. Los internos no dejan de resaltar que esto es un palacio. El olor del jabón penetraba en nuestra nariz como si la bolsa de detergente hubiese sido puesta cerquita de ella.

Los internos dejaron las escobas y los trapeadores mientras nos dábamos cuenta que en cada una de sus celdas hay una colchoneta, un retrete metálico, un par de repisas para colocar cosas personales. ‘Eso era imposible allá. Teníamos que pagar para esas cosas’, cuenta otro recluso sin mostrar su rostro.

No hay consentimiento

Guerrero Durán es claro: si hay que llamar la atención, se hace sin miramientos. El hecho de estar en un penal que es considerado quizá el más moderno que tiene el país, no significa que en realidad sientan que viven en un palacio. Lo que se intenta, sin duda alguna, es capacitarlos y orientarlos con base en los derechos humanos, para hacer algo con ellos, reinsertarlos a la sociedad, que se vuelvan personas útiles para ese México que también les ha quedado mal.

Este jueves en “Reinserción Colectiva”, te presentaremos los casos de éxito de Laura, Javier y Mariana, tres jóvenes que lograron dejar su pasado delictivo atrás, para convertirse en ciudadanos útiles para nuestro país.

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