Después de la pandemia de coronavirus, el mundo ha vivido una serie de circunstancias extraordinarias que nos han hecho olvidar lo que era nuestra vida hace más de un año. El mundo, que todavía está inmerso en una recuperación sanitaria y económica, se enfrenta ahora a un nuevo problema: un gran apagón eléctrico de tiempo indefinido.
“La cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo”, sentenció recientemente la ministra de Defensa de Austria, la conservadora Klaudia Tanner, que ha supervisado una serie de maniobras e iniciativas de concienciación sobre lo que asegura es “un peligro real, pero subestimado”.
El “gran apagón” podría traer consigo grandes cortes de luz de larga duración, sobrecargas o ataques informáticos. El Gobierno ha trasladado a sus ciudadanos que sabrán perfectamente el momento en el que llegue el apagón, especialmente porque los ciudadanos no solo se habrán quedado sin luz, sino que el resto de ciudadanos tampoco tendrán. Los dispositivos electrónicos tampoco funcionarán.
El Ejército recomienda tener en casa reservas suficientes al equivalente a dos semanas de cámping, así como pactar de forma previa con familiares y amigos un punto de encuentro y sentar las bases de una red de cooperación vecinal.
El teniente coronel Pierre Kugelweis recomienda, por ejemplo, contar con alimentos que sean muy duraderos, como pasta y arroz, así como conservas, dos litros de agua por persona y día, velas, linternas, un hornillo portátil de gas, dinero en efectivo y una radio que funcione con baterías.
La última medida ha sido lanzar este mes una campaña de información, con publicidad en los medios y la difusión de más de seis mil carteles repartidos por todo el país con el título: “Qué hacer cuando todo se para”.
Los carteles van acompañados de una pequeña guía con consejos prácticos sobre qué materiales se deben de tener en casa para estar preparados: combustible, velas, baterías, conservas y agua potable.
“¿Qué hacer cuando nada funciona? Cuando no hay agua ni electricidad. Un gran apagón tiene enormes consecuencias. Con esta campaña queremos concienciar y dar información y consejos”, argumentaba la ministra.
Un apagón, “blackout” en inglés, conllevaría que semáforos, ordenadores, cajeros automáticos, teléfonos, internet y muchos otros servicios dejaran de funcionar, exponiendo la fragilidad de un día a día cada vez más digitalizado.
Las causas para una posible caída del sistema eléctrico son muchas, desde fallos técnicos, sobrecargas por picos de demanda, desajustes en el sistema o incluso causas “extraterrestres”: En 1989, millones de personas se quedaron a oscuras en Québec (Canadá) debido a una virulenta tormenta solar o geomagnética.
CUARTELES AUTOSUFICIENTES
Austria se ha tomado tan en serio este escenario que a partir de 2025 cien de sus principales cuarteles militares serán autosuficientes en el mayor grado posible en términos de energía, combustible, agua potable y alimentos.
Pierre Kugelweis explica a Efe que estos cuarteles serían la base de apoyo a organizaciones civiles, como bomberos y sanitarios, que requieran energía y coordinación para su trabajo en caso de un apagón. “A partir de 2025 debería haber cuarteles autosuficientes en todos los estados federados (regiones) para garantizar la respuesta del Ejército en caso de apagón, y así dar a organizaciones civiles la oportunidad de ‘recargarse'”, expone el oficial.
En los últimos 18 meses el Ejército ha realizado varias maniobras en las que se ensayó la respuesta a esa situación y cómo mejorar la coordinación con la policía y otras organizaciones.
“Un apagón es una amenaza con un gran impacto en la sociedad. Y es importante que todos los servicios de emergencia, como la policía, las ambulancias o los bomberos, sigan funcionando. En caso de un apagón, la tarea principal de las Fuerzas Armadas es abastecer y apoyar a otras organizaciones de emergencia”, resume el militar.
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