La pandemia de coronavirus ha cambiado el mundo por completo. Confinamientos o restricciones a los que nos hemos tenido que acostumbrar en los últimos dos años, contagios y muertos elevados en prácticamente todo el planeta y los graves estragos no relacionados con la salud, como pérdidas económicas de las que algunos países todavía no logran recuperarse. Pero todo parecerá una broma de mal gusto cuando la fuerte tormenta solar que acecha al mundo -y que podría derretir los satélites- rompa las formas de comunicación vinculadas a internet, dejando al planeta sin luz y provocando una crisis sin precedentes en el mundo contemporáneo.
“Cannibal”, como la han denominado, es mucho más grande que la tormenta que tuvo lugar en Halloween, que puede afectar la red eléctrica y traer auroras boreales tan al sur como Pensilvania. Es el principio de todo lo que viene encima. La agencia espacial estadaounidense NASA y la agencia meteorológica NOAA han alertado de que una fuerte erupción solar, que fue detectada a principios de esta semana, podría afectar tanto a la navegación con GPS como el funcionamiento de satélites de comunicación en los próximos días.
NOAA opera un grupo de satélites que pueden detectar CME. El CME responsable de los posibles impactos de hoy llegó a DSCOVR, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. La agencia señaló que las naves espaciales pueden verse afectadas por fenómenos como la carga en la superficie y los problemas de orientación, y la tormenta podría interferir con las señales de radio de alta frecuencia en latitudes altas, lo que podría afectar los vuelos aéreos de larga distancia.
Este fenómeno es un suceso inusual, raro, pero que a su vez no es descartable y sus efectos podrían ser apocalípticos. Una tormenta solar crea un gran volumen de partículas imantadas que impactan con el campo magnético que protege la Tierra. Se clasifican con letras y números según su nivel de peligrosidad y el ciclo de intensidad de nuestra estrella. Las de nivel G1 son débiles y pueden provocar algunos problemas eléctricos; las de G2 son más moderadas, pudiendo causar interferencias en radio y alterar las trayectorias de algunos satélites, mientras que las G3, G4 y G5 son de intensidad alta y entre sus eventuales efectos figura la caída de comunicaciones de onda corta y GPS.
El pasado jueves, fue detectada una fuerte erupción solar sobre la superficie del Sol. La llamarada fue suficientemente potente como para causar temporalmente un fuerte apagón de radio en el lado de la Tierra iluminado por el Sol. Pero podría producirse de nuevo en los próximos días.
“La radiación dañina de una llamarada solar no puede atravesar la atmósfera de la Tierra para afectar físicamente a los humanos; sin embargo, cuando es lo suficientemente intensa, puede perturbar la atmósfera en la capa por donde viajan las señales de comunicaciones y GPS”, explicó la NASA en un comunicado.
Los cables submarinos que conectan continentes serían algunos de los grandes afectados si se produce una tormenta solar de grandes dimensiones. El problema está en que en sus diseños se incluyen repetidores distribuidos en tramos entre 50 y 150 kilómetros, con el fin de amplificar la señal y evitar las pérdidas de información. Son los componentes electrónicos de esos cables los que sí son vulnerables. Su colapso provocaría una pérdida masiva de conectividad en todo el planeta, dejando a países enteros sin acceso a la red.
Impactos más allá de los relacionados con la electricidad
Los cambios en el clima podrían tener relación con el aumento de tormentas solares. La infraestructura que más sufriría serían las próximas a los polos. De ahí que Asia esté menos expuesta aunque muchos cables submarinos se concentran en Singapur. Las partículas de alta energía emitidas por la llamarada también podrían hacer que ciertos átomos en la atmósfera de la Tierra brillen, dando lugar a auroras en Europa Central y América del Norte. Por supuesto, el transporte aéreo también se vería afectado.
Hasta el momento se desconoce cuál es el impacto sobre la salud de los seres humanos en este tipo de tormentas. Lo que sí es seguro es que las pérdidas económicas serían gigantescas. A día de hoy, la gran mayoría de las actividades dependen de internet y la vida humana cae en manos de la electricidad. La ecuación es sencilla: si se cae internet trabajar, realizar tareas cotidianas o comunicarse; si se produce el gran apagón del que han alertado en Austria (los mismos que predijeron atentados terroristas, la pandemia del coronavirus o ataques cibernéticos y no fallaron en sus pronósticos), buena parte del mundo quedaría sin electricidad, condicionada también por esta tormenta solar que haría que el planeta esté apagado durante varios días. La dependencia del ser humano por la tecnología ha hecho que las personas no sepamos sobrevivir sin un invento que nació apenas uno siglos atrás.
Según las investigaciones de Sangeethe Abdu Jyothi, de la Universidad de California, podrían perderse, solo en Estados Unidos, unos 7.000 millones dólares en un solo día. Por otro lado, un informe de 2008 de las Academias de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos alertaba de que la tormenta solar provocaría unos daños de entre uno y dos billones de dólares en tan solo un año, estableciendo en diez años el periodo de recuperación del shock provocado.
Algunos efectos en el pasado
En 2012, la compañía de aviones Delta Air Lines desvió algunas rutas que conectaban Detroit (Estados Unidos) con Asia y que sobrevolaban los polos. El suceso asustó a los más supersticiosos, ya que se decía que ese año sería el fin del mundo por una predicción de los mayas. Pero lo cierto es que una tormenta solar fue la culpable de este momento lleno de incertidumbre. La llamarada solar más potente que tuvo lugar en años afectó a estos aviones y pudo tener peores consecuencias si hubieran atrapado a estos aeronaves en el radar que más afectó la tormenta solar.
Son muchas las que han tenido lugar a lo largo de la historia, pero no han sido una gran variedad las que impactaron con fuerza. No obstante, podemos recordar la de 1921 o la ‘Carrington event’ de 1859. En esta última, las agujas de las brújulas se descontrolaron y las líneas de telégrafo entre Europa y Estados Unidos quedaron inutilizadas. Además, también se pudieron presenciar auroras boreales en partes del mundo tan sorprendentes como Colombia o el cielo de Madrid se tiñó de rosa. Tumbó la red hidroeléctrica en Canadá, con un apagón total de nueve horas en el noreste del país.
La Universidad de Reading (Reino Unido) también ha advertido de que se aproxima un ciclo de enormes tormentas solares que se prolongará durante la segunda parte de este década. Por eso, es muy necesario que los gobiernos tengan protocolos de actuación para salvar en lo posible las comunicaciones a nivel global ante el caso de que se produzca una tormenta solar, sobre todo después de la crisis pandémica de covid-19 que empezó hace poco menos de dos años, pero que todavía no hemos salido del todo adelante.
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