La urna fue trasladada a Matanzas en su recorrido hacia Santiago de Cuba, donde será depositada en el cementerio de Santa Ifigenia este fin de semana
LA HABANA, Cuba.- Las cenizas de Fidel Castro emprendieron camino hacia el oriente de Cuba a las 7:16 horas de ayer desde el Ministerio de las Fuerzas Armadas.
La caravana llegó a la norteña ciudad de Matanzas, en su recorrido hacia Santiago de Cuba, donde será inhumado en el cementerio de Santa Ifigenia el fin de semana.
Dos oficiales militares colocaron un armazón de cedro, pulido, brilloso, en un remolque arrastrado por un jeep militar; la caja con las cenizas, de medio metro de largo por unos 80 centímetros de alto, estaba cubierta con una pequeña bandera de Cuba.
Tras ser colocadas en el remolque otro par de oficiales auxilió para introducirlas en una caja de cristal blindado.
Los vehículos estaban estacionados a la puerta del Ministerio de las Fuerzas Armadas.
En las instalaciones castrenses permanecieron guardadas desde el pasado sábado, posterior a su incineración.
Un helicóptero militar sobrevolaba el recorrido de una caravana encabezada por un transporte militar de redilas que llevaba periodistas, otros vehículos de logística y el vehículo oficial que llevaba los restos.
El armazón del tamaño de un buró de recámara, tenía su razón de ser de cedro, según las explicaciones oficiales. El cedro fue determinante en la vida del comandante, dicen. A cedro olía todo el día de su casa en la natal Birán, Santiago de Cuba. De cedro ha de ser la cuna, de cedro también la tumba.
Dos vallas humanas extendidas por todo el recorrido a su salida de La Habana, una de cada lado de la acera, enmarcaban la despedida.
Al paso del cortejo estallaron los llantos; tristes, obnubilados, atónitos, los dolientes cubanos atestiguaban el cortejo fúnebre. Ahora parecen caer en cuenta de que era cierto. No había evidencia pública de sus restos, desde el anuncio de su muerte. Esta mañana los vieron partir a 20 kilómetros por hora.
Las narraciones radiofónicas hablaron de cosas tales como las “heroicas cenizas” y de que esto no era un adiós sino una bienvenida a la eternidad.
La gente agitaba pañuelos, otros hacían saludos militares, algunos agitaban banderas y los jóvenes grababan la histórica escena con sus celulares.
“¡Fidel, Fidel!”, era el grito repetido. “Te seremos siempre fiel (sic)” coreaban otros. “Yo soy Fidel”, clamaban algunos más.
Pero predominaba el silencio ante la imponente y extraña escena: el máximo líder hecho cenizas partía en dirección inversa a la marcha triunfal de la Revolución que encabezó.
Por estas calles entró en sentido contrario el 8 de enero de 1959 cuando tenía 32 años de edad. Cinco décadas después tomó el retorno rumbo a Santiago de Cuba en un viaje de 72 horas para ser homenajeado el próximo sábado en la Plaza Maceo de la denominada cuna de la Revolución antes de quedar en el cementerio de Santa Ifigenia, junto a los restos de mártires de la Guerra de Independencia.
Foto: El Universal
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