Semáforos y ascensores fuera de servicio en Shenyang, en el noreste. En Cantón, en el sur, empresarios adquiriendo a toda prisa generadores para mantener sus fábricas en funcionamiento. En Hunan, en el centro, las luces de los carteles publicitarios se apagan en horas punta. A lo largo del último mes, y sobre todo en las últimas dos semanas, hasta 21 provincias de las 31 en la China continental se han visto obligadas a adoptar algún tipo de medida de racionamiento de la electricidad a sus industrias o a los consumidores, entre temores a que los apagones generen un impacto grave en la segunda economía del mundo en momentos de incertidumbre sobre su sector inmobiliario.
“En la aldea de mis abuelos la temperatura ya está bajo cero, y han notificado que se retrasará el encendido de los radiadores no se sabe cuánto. Con los cortes de luz, tampoco se pueden usar otros tipos de calefacción. Mi abuelo tiene 70 años, acaban de operarle, ¿cómo esperan que esta gente mayor sobreviva sin calefacción? En el noreste el invierno es muy largo y muy frío, con los apagones las temperaturas de -30 grados van a ser muy difíciles”, denunciaba un usuario en Weibo, el Twitter chino.
No es la primera vez que los problemas de suministro obligan a racionar la electricidad de algún modo en algún lugar de China, aunque lo normal es recortar el flujo a las industrias. Lo que es mucho menos frecuente es que los recortes lleguen al consumidor. O que se extiendan por un territorio tan extenso.
El motivo, una triple combinación que hace que China afronte problemas con su electricidad, como está ocurriendo en España y otros países europeos. Pero, mientras en España el problema se refleja en el descomunal aumento de la factura de la luz, en China repercute en apagones.
Por un lado, China ha visto un fuerte aumento de la demanda eléctrica, alimentada por un sector industrial y manufacturero a toda máquina para hacer frente a los pedidos tanto en territorio nacional como en el extranjero, a raíz de la recuperación tras la pandemia de coronavirus. En los primeros ocho meses de 2021, la producción industrial de valor añadido creció un 13,1% interanual, y la demanda de electricidad se elevó un 13,8%. Pero la producción de carbón solo aumentó un 4,4%.
A ello se suman los esfuerzos de las autoridades locales por cumplir sus objetivos anuales de recorte de consumo energético, medido tanto en volumen como en intensidad (el llamado “doble control” en el sector de la energía en China), para alcanzar la meta nacional de alcanzar el pico de emisiones antes de 2030 y llegar a la neutralidad de carbono antes de 2060.
En agosto, un informe de la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo, el organismo encargado de la planificación económica, calculaba que dos tercios de las provincias incumplían en la primera mitad del año los objetivos que se les habían impuesto. Como resultado, algunas provincias donde no hay escasez de electricidad, pero sí incumplían sus metas, han impuesto racionamientos a algunas empresas para conservar energía e intentar alcanzar los números adecuados a final de año.
Escasez de carbón
Pero el factor fundamental, según los expertos, es la escasez de carbón térmico, que a su vez ha disparado los precios, tanto de la materia prima local como la importada. El combustible fósil procedente de Australia se paga a un precio un 205% más alto que hace un año; el indonesio, un 233%, según un informe de la consultora Lantau Group. Esos costes han hecho antieconómico operar a las centrales eléctricas alimentadas por este combustible, por lo que algunas han parado u operan por debajo de capacidad. El sistema chino, que mantiene unos precios baratos en la electricidad, “impide repercutir al usuario final los ajustes en un coste lo suficientemente grande como para que los generadores pudieran cubrir las pérdidas por el rubro del combustible”, apuntan los analistas de Lantau.
Esa escasez y subida de precios del carbón ―la principal fuente de energía en China, en torno al 67% del total― responde, a su vez, a lo que el Consejo para la Electricidad de China ha calificado de una “tormenta perfecta”. En el caso de los productos importados, el coste se ve aumentado por la guerra comercial entre Pekín y Canberra, o las intensas lluvias que han complicado el transporte desde Indonesia, que han disparado las cotizaciones a futuro.
En el caso del combustible nacional, a los recortes en la producción desde 2016 se ha sumado que algunas minas han detenido la producción tras incidentes de seguridad laboral; las solicitudes para ampliar la producción deben someterse a unos trámites lentos; las investigaciones sobre casos de corrupción en empresas mineras han afectado a Mongolia Interior, una de las principales provincias extractoras. A lo que se añade la prolongación, más allá de lo que solía ser habitual, de las altas temperaturas veraniegas en provincias del sur como Cantón, que también aumentan la demanda de electricidad para alimentar los aires acondicionados; y en el norte, donde ya comienza a notarse la bajada de temperaturas, ha comenzado la temporada de adquisición de carbón para las calefacciones durante el invierno.
Pese a que los inventarios se encuentran en niveles muy bajos ―las seis principales generadoras cuentan con almacenamientos de 11,31 millones de toneladas, suficientes para solo dos semanas, según Sinolink Securities, citado por el periódico South China Morning Post―, el Gobierno chino insiste en que el suministro para la temporada de invierno está garantizado, y el consumo residencial ―una quinta parte del total en China― estará “protegido”.
La Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo ha anunciado, a su vez, medidas contundentes para atajar el problema antes de que se extienda el descontento entre la población, o que los recortes afecten a la producción económica. Este miércoles declaraba que permitirá que las tarifas eléctricas se adecúen a las leyes de la oferta y la demanda. El Gobierno, estipulaba, “no impedirá que los precios de la luz se muevan en un rango razonable y permitirá que los precios reflejen las leyes del mercado y los cambios en el coste”.
Además, aumentará las importaciones de carbón, para cubrir tanto la demanda de calefacción como la de generación de electricidad. Y para garantizar el suministro de carbón termal a las provincias del gélido noreste, las más afectadas por los apagones, presionará a las mineras para que firmen contratos de largo plazo con las generadoras.
El temor al efecto de los apagones en la economía arrastraba este miércoles a la baja a las Bolsas chinas: Shanghái retrocedía un 1,8%. En días previos, los cortes de electricidad habían hecho que tanto Goldman Sachs como Nomura revisaran a la baja sus previsiones de crecimiento para este año de la economía china, que hasta ahora mantenían en un 8,2%. El banco de inversiones estadounidense las rebajaba al 7,8%; el grupo de servicios financieros japonés, al 7,7%.
Sé el primero en comentar