El biólogo denuncia el impacto de la sobrepoblación en el Amazonas y señala la importancia de promover el consumo y turismo responsable en la sociedad
PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo.- Mientras la lucha por la conservación en el Caribe mexicano se obstaculiza por el desarrollo vertiginoso y la destrucción generada por la minería de Calizas Industriales del Carmen (CALICA) –filial de Vulcan Materials Company–, entre otros factores, el gran pulmón del mundo, el Amazonas, sufre un daño permanente en sus recursos naturales, y su conectividad, paulatinamente, se fractura por la construcción de hidroeléctricas, la presidencia de las petroleras y sus yacimientos de hidrocarburos, la tala de maderas preciosas y el vertido de mercurio en los ríos debido a la explotación de oro, así como el desorden de las pesquerías y la sobrepoblación en las ciudades de concreto que se erigen en la selva: hay 34 millones de personas en el Amazonas, y únicamente 3 son indígenas.
Fernando Trujillo, socio creador de la Fundación Omacha e investigador principal de los proyectos que se desarrollan en la Orinoquia y la Amazonia –con una trayectoria de 30 años en conservación de especies amenazadas, principalmente en mamíferos acuáticos y manejo de ecosistemas–, aclaró que “no se puede hacer conservación con hambre”, por lo que “se deben dar opciones económicas a las familias”.
Trujillo recibió un homenaje por su trayectoria, y El Quintana Roo.mx pudo conversar con él y asistir a una plática magistral, en donde habló sobre el estado del Amazonas, sus amenazas, y cómo ha sido su aprendizaje, a través de 3 décadas, para buscar la protección del delfín del río, tanto rosado como gris, y cómo ha encaminado sus investigaciones y hallazgos a un nivel político y mediático para hacer eco internacionalmente.
Trijillo es biólogo marino de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y doctor en Zoología en la Universidad de Aberdeen, Escocia. Además de presidente de la Sociedad Latinoamericana de Especialistas en Mamíferos Acuáticos (Solamac) 2006-2008, y hace parte del grupo editorial de Latin American Journal of Aquatic Mammals (LAJAM). El 10 de mayo de 2007 recibió el Whitley Gold Award por su trabajo en favor de la conservación de los delfines de río, en la Real Sociedad Geográfica de Londres, Inglaterra, uno de los más prestigiosos reconocimientos ambientales en el ámbito internacional.
Para Trujillo, en países como Colombia, como sucede en Latinoamérica, no basta con hacer investigación, uno se tiene que mover al tema político, social y económico. El consumismo, las malas prácticas turísticas, la contaminación y el desconocimiento han hecho del Amazonas un sitio deforestado, con graves daños al ecosistema por la instalación de represas, hidroeléctricas, las plantaciones de soya, las descargas masivas de aguas negras por ciudades sobrepobladas como Manaos, en Brasil –con 4 millones de personas y sin sistema de drenaje–, y la minería, la extracción de oro, cuyos residuos de mercurio, usado para su separación, se vierten a los ríos amazónicos.
El trabajo de Trujillo se enfoca en especies amenazadas, como el delfín rosado y gris del río, cuyas investigaciones son pioneras y muestran cómo desde lo local se llega a lo regional para volver a lo local. Su camino ha sido de aprendizaje con los habitantes de la Amazonia, con los indígenas, quienes le enseñaron el entender y observar a la naturaleza.
“Los delfines son las imágenes marinas, pero pocos saben de la existencia de los delfines de río”
El delfín del río es una especie, como otras más, que ejemplifican la destrucción del Amazonas por país. “Los delfines son las imágenes marinas, pero pocos saben de la existencia de los delfines de río. Están en China y están extintos ecológicamente, puede haber algunos vivos pero son números mínimos y van a desaparecer. En la India hay otra especie, amenazada, en la cuenca del Ganges hay 480 millones de hombres e impactan. En Pakistán enfrenta problemas por las hidroeléctricas, y hay 350 delfines”, explica Trujillo, quien añade:
“En Sudamérica había un delfín en el Río de la Plata y la sobrepesca hizo que volvieran al mar. De lo dulce a lo salado es complicado. Conocemos poco. Los protagonistas son en el Amazonas, teníamos dos, el rosado y gris, y nos dimos cuenta que hay especies atrapadas en ríos por los rápidos, represas. En la cuenca del Amazonas hay 7 millones de kilómetros cuadrados. El delfín gris es el más pequeño del mundo, de 1.50 metros. Entran al Amazonas y se comportan como delfines marinos, estaban en el Caribe y agua dulce, determinaron que lo que hay en el Amazonas es el pequeño y el del Caribe es semejante pero llega a dos metros. Con biología molécular se resolvió. Hicimos estudios y este delfín se metió por dos mil kilómetros pero lleva 500 mil años y falta otro tanto para que sea una especie nueva”.
El Amazonas siempre ha sufrido depredación: “Desde que el hombre blanco entró a esta cuenca entraron los pulsos de las pieles, se mataron nutrias, jaguares, para exportar pieles, y las tortugas y manatíes estaban relacionadas con la iluminación de las ciudades, se convirtieron en grasa y aceite para las calles de Londres, París y Frankfurt”.
“En Manaos hay 4 millones de seres humanos sin alcantarillado. Hay 34 millones de seres humanos y sólo 3 millones son indígenas en el Amazonas”
Trujillo resaltó que no sólo los delfines están amenazados sino todas las criaturas de la cuenca del Amazonas y uno de los riesgos es la contaminación. “En Manaos hay 4 millones de seres humanos sin alcantarillado. Hay 34 millones de seres humanos y sólo 3 millones son indígenas en el Amazonas. Es una cuenca grande y se forman ciudades a lo largo del río y se deforestan, hay yacimientos de hidrocarburos, los atentados por los acueductos, el daño acumulado es impresionante. Derrame de crudo en el Ecuador, en las áreas protegidas y divididas en bloques petroleros. Las prácticas no son las mejores”, y suma:
“Uno de los enemigos más poderosos en los ríos es el mercurio, van cuatro siglos de minería para sacar oro; 200 mil toneladas de mercurio se han vertido en el Amazonas. El oro, para separarlo, se echa mercurio, por un kilo de oro de usa hasta 10 kilogramos de mercurio, se quema, va al aire y el resto va al agua y entra en la cadena alimenticia, en las plantas y peces. Los valores más altos de mercurio están en Japón, pero en el Amazonas y Orinoquia no nos quedamos atrás”.
Trujillo ilustró que en la parte sur del Amazonas, en Brasil, existe deforestación y prácticamente esa parte está “destruida”, además de que hay hectáreas de soya. En números, 23 mil kilómetros están dañados en Brasil, por lo que la afectación es “gigantesca”.
200 mil toneladas de mercurio se han vertido en el Amazonas
“En la selva, la mayoría de los ríos son aguas negras. Además de la fragmentación del hábitat. La corriente del río parecía viable, pero se nos fue la mano, creció el tamaño de las hidroeléctricas y fragmentaron los ríos. Se fragmenta con la hidroeléctrica y se moviliza mucha gente. 154 hidroeléctricas, 267 en planeación y 21 contrayéndose. Los ríos están destrozados y es un problema serio, se está cayendo a pedazos, también por la minería, presas, y soya en el sur. De los 7 millones tal vez dos estén en buen estado”, lapidó.
Trujillo recalca que “antiguamente en el Amazonas no se usaban redes grandes porque no había cómo congelar el pescado, se consumía pescado seco. Ya en los setenta entran plantas eléctricas y se disparan las pesquerías y al entrar redes y en ese momento muchos delfines empiezan a morir.
“En los ochenta veía 20 delfines muertos por las redes y los delfines los evitaban. Luego los saltaban y en el 2000, hay captura. Cada vez que sacaban un bagre mordido por un delfín les pagaban la mitad a los pescadores. Y generaron una guerra de pescadores con los delfines. Hicimos un estudio donde subsidiamos la gasolina para cuantificar el impacto. Y con los pescadores vimos que sólo había 3 por ciento de pérdida en aguas altas”, y suma:
“En Perú hemos tenido episodios donde los envenenan con agroquímicos y los matan. Está el tema de cacería ilegal, en Brasil, y hay creencias que la grasa del delfín atrae a las mujeres. Las pesquerías fueron cambiando, el pulso de los bagres decayó y los comerciantes comenzaron a vender un pez carroñero, el ‘come muertos’ y se mataron mil 500 delfines en un Área Natural Protegida (ANP), en Brasil. Los meten en una jaula, los sumergen y la grasa atrae al pez carroñero y con un delfín se sacan hasta 300 kilos de este pez”.
Trujillo señala que el pez es conocido como “viudo de capaz”, pero en 1996 colapsó. Por eso se empezó a atraer el carroñero con delfines putrefactos, y en el caso de Colombia se usan vísceras de ganado. Dicha práctica, refiere el experto, generó un rechazo internacional, y Brasil culpó a Colombia, pero la realidad es que se matan delfines y caimanes.
“Viajamos a muchos sitios y el problema empezó a irse a Bahía, Río, Sao Paulo. Tiene 9 nombres el pez y se consume en los bares de Brasil. Empezó la campaña para salvar a los delfines, no era un tema de los delfines, era pesquero, de ordenamiento pesquero para solucionarlo. Un pez carroñero, donde el enemigo invisible es el mercurio, se convierte en tóxico, por lo que hicimos campañas para evitar que se consumiera”.
“Omacha hizo las presentaciones y el Estado se hizo a un lado y quedamos con amenazas”
Esta campaña, puntualiza Trujillo, hizo que en el pez no se vendiera en los supermercados de Colombia, pero sí en los mercados. “Omacha hizo las presentaciones y el Estado se hizo a un lado y quedamos con amenazas. En Brasil se prohibió su consumo por 5 años y en Colombia se recomendó no consumirlo, tuvimos años muy difíciles y la semana pasada se hizo un estudio y se anunciará que este pez no se consumirá en Colombia pero se capturan delfines en Perú”.
Sumado a las problemáticas anteriores, están las malas prácticas del turismo. Es decir, debido a que estamos en una sociedad de consumo, queremos ver delfines rápidamente.
“En el Río Negro de Brasil la gente estaba borracha y agarraban al delfín y le tiraban cerveza y el gobierno lo legalizó. Hay diez sitios donde llegan mil personas al día y se meten con los delfines y genera dependencia y agresiones. Queremos ver jaguares y los llevan para que uno los vea, como en el Pantanal, en Brasil”.
Omacha ha logrado 25 expediciones, lideradas por colombianos, en Brasil, Venezuela, Perú Bolivia, Ecuador. Se han recorrido 23 mil kilómetros y capacitado a 314 investigadores.
“Ha sido una tarea titánica, nos dijeron que era inviable, si un estadounidense hiciera la expedición, costaría 300 mil dólares. Las nuestras cuestan entre 15 millones de pesos y 40 millones de pesos colombianos. Nadie cobra sueldos. Muchos voluntarios nos acompañan y las hacemos en muchos países. Eso hacemos en el Amazonas. Llevábamos 25 años sin entrar en ciertos ríos pero con el proceso de paz pudimos hacer mil kilómetros de recorrido y el Río de las Mariposas, que está en perfectas condiciones”.
En cuestión de números, Trujillo señala que Ecuador está “muy mal”, con “densidades muy bajas”: “Recorremos 500 kilómetros y hay 28 delfines contados. En Brasil, 2 mil 700. Las diferencias son enormes. En otros mil, 500, cada cuenca es diferente y debemos tener un manejo diferente. Son diferentes especies”.
“Recorremos 500 kilómetros y hay 28 delfines contados. En Brasil, 2 mil 700. Las diferencias son enormes”
“En países como el nuestro es movernos al tema político, social y económico. Hicimos un plan de acción en inglés, la respuesta era porque si no lo hacíamos no nos reconocerían. Es que tenga visibilidad a nivel internacional, nos movimos en Perú, Bolivia y Ecuador. En Bolivia no se conocía nada de los delfines. Cuando les contamos que Bolivia tenía un delfín único les entró orgullo porque no tenían entrada al mar. Pintaron los aviones, promociones turísticas de la ruta del Bufeo (Inia boliviensis). Evo Morales, presidente de Bolivia, lo declaró patrimonio nacional, lo que hace el tema apropiación”.
El trabajo de Trujillo, de Omacha, continúa. En el periodo de estudio del Amazonas han tenido conocimiento de que se acaba con el ciclo alimentario, con los bosques, con las maderas. Hoy en día es más fácil construir con ladrillo que con madera en el Amazonas.
Para más información sobre el tema y Omacha aquí.
Fotos: Cortesía de Omacha.org
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