CIUDAD DE MÉXICO.- Coahuila, mi estado natal, es el único entre todos los de la frontera norte que jamás ha conocido ese fruto del ejercicio democrático llamado la alternancia. Desde que el PRI existe -y de eso ya hace rato- todos los gobernadores que en Coahuila hemos tenido han sido priistas. Con más frecuencia de la deseable el partido tricolor ha obtenido en las elecciones locales -incluso recientemente- eso que en los antiguos y oscuros tiempos anteriores al advenimiento de la democracia se conocía con el nombre de “carro completo”. Numerosas evidencias, sin embargo, indican que eso podría cambiar en la próxima elección de gobernador. De hecho los panistas coahuilenses aseguran que están dadas todas las condiciones para que el PAN se lleve el triunfo. Destacados dirigentes en la cúpula de Acción Nacional me han dicho que mientras el PRI está débil en Coahuila por las circunstancias que en el estado privan, derivadas de la megadeuda y de todo lo que con ella se relaciona, y en tanto que los precandidatos priistas -excepción hecha, claro, del alcalde de Torreón- se muestran inconformes y molestos por lo que consideran falta de equidad en el proceso de selección del candidato, los aspirantes del PAN están firmemente unidos en el propósito común de rescatar a Coahuila (esa palabra usan: “rescatar”) e impedir que el estado siga no sólo bajo la dominación de un único partido, sino también bajo la férula de la dinastía instaurada por los gobiernos sucesivos de los hermanos Moreira. (Esas palabras usan: “férula” y “dinastía”). Todo eso dicen los panistas. Yo, como observador de la realidad local, pienso que, efectivamente, los priistas afrontarán un reto muy difícil en la elección del próximo año. Incluso con un buen abanderado el PRI tendrá dificultades para ganar, y más si se presenta en la contienda con un candidato que no tenga la aceptación de la ciudadanía y que dé la impresión de haber sido impuesto como delfín u hombre de paja para instrumentar un continuismo. Desde luego el PAN tampoco la tendrá sencilla: enfrentará a la maquinaria priista, que en Coahuila ha tenido en otras ocasiones el peso de una aplanadora. Soplan, sin embargo, vientos de cambio en la entidad. Si el PRI nacional y la Presidencia de la República no quieren perder otro estado harán bien, pensando en el 2018, en poner los ojos en Coahuila para designar, en acuerdo con los dirigentes locales, un candidato que a más de valer por sí mismo y tener posibilidades reales de triunfo represente auténticamente el interés no de una persona, una familia o un grupo, sino de todos los priistas y de los coahuilenses todos. Aliviaré ahora la gravedumbre de la anterior peroración con el relato de una lene historietilla oldie but goodie, viejita pero buenita. Un hombre acudió a la consulta del doctor Ken Hosanna y le dijo que sufría una extraña afección: su atributo varonil estaba siempre en posición eréctil. “Al principio -manifestó el enfermo de priapismo- eso me gustó, pero al paso de los días se me ha vuelto molestia”. Inquirió el médico: “¿Ha estado usted bebiendo las miríficas aguas de Saltillo? Se lo pregunto porque la erectilidad es uno de los efectos que producen esas taumaturgas linfas”. El paciente aseguró que nunca las había consumido. Procedió entonces el galeno a examinar la parte afectada por aquel raro fenómeno, y descubrió que en el bálano había anidado una pulguita diminuta. Con una pinza retiró cuidadosamente el insecto. De inmediato el miembro volvió a su estado de reposo habitual. “Gracias, doctor -dijo el paciente-. ¿Cuánto le debo por su intervención?”. “Nada -respondió el facultativo-. Con que me deje la pulguita estoy más que pagado”. FIN.
MIRADOR
El maestro hizo en el pizarrón un esquemático dibujo.
Con ondas figuró el mar y sobre él puso lo que parecía una nube. Luego trazó dos flechas, una apuntando de arriba hacia abajo; la otra señalando de abajo hacia arriba. En seguida explicó a los escolares lo que llamó “el ciclo del agua”: la nube deja caer su lluvia en el mar; el agua del mar se evapora y da origen a la nube.
Me pregunto si en ese elemental dibujo no está explicado cabalmente el misterio de la vida y de la muerte. Nacemos para morir. Morimos para nacer. A nuestro lado van esas dos flechas: la que apunta hacia la tierra y la que hacia el cielo apunta.
El agua que está lloviendo ahora es la misma que vio caer mi padre cuando niño y que verán caer los nietos de mis nietos. Quizá también hay una eterna lluvia de almas que antes han sido y luego volverán a ser.
Miré ayer el sencillo dibujo en la pizarra de la escuela y me pareció ver en él una inquietante sugerencia.
¡Hasta mañana!
MANGANITAS
“Un muchacho sufrió un accidente, y le vendaron las manos.”.
Su novia, sin que yo atine
a entender la explicación,
dijo con gran decepción:
“Ya ni para qué ir al cine”.
Armando Fuentes
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