CIUDAD DE MÉXICO.- “En todo el mes no le he hecho el amor a mi mujer -le confió un individuo a su compadre-. El médico descubrió que es portadora de un extraño virus que me puede dejar sordo si tengo contacto sexual con ella”. Dijo el otro: “Hable más fuerte, por favor, compadre. No le oigo absolutamente nada”. Don Alacrano Ijoepú fue toda su vida un gran cabrón. (Hablo de su vida y no de bajada, como se dice cuando se habla mal de un muerto). El día que murió -mala hierba siempre muere- los vecinos de su calle acudieron en masa a la agencia funeraria. La viuda de don Alacrano les preguntó, al mismo tiempo asombrada y conmovida: “¿Vienen a presentar sus respetos a mi esposo?”. “No, señora -respondió uno por todos-. Venimos a ver si de veras está muerto”. A esta chica le dicen “La pizza”. En media hora se entrega. Master Bwana, famoso adiestrador de animales, consiguió que un pulpo aprendiera a tocar con depurada técnica y hondo sentimiento varios instrumentos musicales, a saber: la espineta, el batintín, la cornamusa, el figle, la zambomba, el bugle, la pipiritaña, el dulcémele, la carraca, el bombardino y el bajón. Un empresario contrató a Bwana para que llevara al pulpo a actuar en el Club Escocés de Ittoqqortoormiit, entrando por Scoresby a mano izquierda. El entrenador juzgó conveniente que el pulpo aprendiera a tocar también la gaita. Una vez que la dominara le enseñaría a interpretar “Amazing grace” para halagar a los nacidos en Escocia. Le puso, pues, al pulpo una gaita en su jaula a efecto de que se familiarizara con el instrumento. Al día siguiente le preguntó: “¿Aprendiste a tocar la gaita?”. “¿Tocarla? -se sorprendió el octópodo-. ¡Joder, toda la noche estuve tratando de cogérmela!”. Un pirulí es un sabroso dulce -azúcar pura- en forma de cono alargado y con un palito para poder chuparlo. Doy esta información porque seguramente la próxima importantísima denuncia que conoceremos contra Peña Nieto será que le quitó un pirulí a su primito cuando ambos tenían 5 años. Dijo solemnemente don Chinguetas: “El amor de una esposa por su esposo no reconoce límites. Supe de una mujer cuyo marido falleció, y ella murió el mismo día”. Alguien que escuchaba el relato exclamó con emoción: “¿De veras?”. “Sí -confirmó don Chinguetas-. Murió el mismo día, un martes, pero 30 años después”. A las 2 de la mañana sonó el teléfono en la casa del doctor Ken Hosanna. Levantó él la bocina, casi dormido, y oyó la voz de un paciente que le dijo: “¡Doctor, venga a mi casa! ¡Rápido, por favor!”. Preguntó el facultativo: “¿Qué le pasa?”. Contestó el hombre: “Me duele un poco el estómago”. El médico estalló: “¿Y por un leve dolor de estómago me llama a esta hora y me pide que vaya a su casa?”. Respondió con angustia el individuo: “Entiéndame, doctor. Mi esposa está consultando el libro ‘Qué hacer mientras llega el médico’. ¡Y si no llega usted me lo va a hacer!”. Hijo adolescente: castigo de Dios por haber disfrutado el sexo alguna vez. Doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías y censora de la pública moral, calificó el cuento que sigue de “execrable, vitando, abominable y nefando”. Las personas que no gusten de leer cuentos así deben suspender ahora mismo la lectura. Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, pasó frente a la sección de cosméticos de una tienda departamental y se sorprendió al ver el anuncio de un tinte “para la intimidad más íntima de la mujer”. La dependienta notó el interés del cliente y le dijo con sonrisa traviesa: “Y lo tenemos en varios colores, señor”. “Olvídese del color -respondió con ansiedad Pitongo-. ¿En qué sabores viene?”. (No le entendí). FIN.
MIRADOR
Camina el caminante por el camino de Santiago.
Lo lleva de la mano el espíritu de Walter Starkie, aquel irlandés loco que iba por el mundo sin más bagaje que unos cuantos libros ni más fortuna que la música de su violín.
El caminante tiene 20 años. Eso quiere decir que no tiene nada. Lo acompaña una linda muchacha de 18. Eso quiere decir que lo tiene todo.
Es ya de noche. La Luna no ha salido todavía; pero la luz de las estrellas basta para iluminar la senda. El muchacho y su compañera se detienen. Sobre el camino de Santiago el Camino de Santiago -quiero decir la Vía Láctea- esplende como un manto de albura sobre el cielo.
El caminante sabe que muchos peregrinos hacen la ruta jacobea para ganar el Cielo. Se pregunta si sobre el Camino de Santiago, el de allá arriba, no irán otros peregrinos deseosos de ganar la Tierra. Y es que el muchacho es feliz, y cree que sobre la Tierra todo es felicidad.
Ahora el caminante no tiene ya 20 años. Tiene muchos años. Y sigue creyendo que hay caminantes sobre el Camino de Santiago -el de allá arriba- que quisieran venir acá, a la Tierra.
¡Hasta mañana!
MANGANITAS
“‘Me acerco a los 40 años’, declaró Himena Camafría, célibe madura”.
Un tipo medio cabrón,
y con ganas de joder,
le preguntó a la mujer:
“Perdone: ¿en qué dirección?”.
Armando Fuentes
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