CARACAS, VENEZUELA.- A cuatro años del fallecimiento de Hugo Chávez algunos lo añoran y otros lo deploran, pero para nadie en Venezuela es indiferente el legado del Mandatario.
Una década atrás, en pleno auge del chavismo y previo a la mayor y más prolongada bonanza petrolera de la nación, el ingreso mínimo de una familia era de mil 024.65 bolívares (dos salarios mínimos), suficiente para cubrir la canasta alimentaria que rondaba los 890 bolívares.
A cuatro años de la muerte del líder socialista, en el país sudamericano prolifera el hambre, la delincuencia, la pobreza y las enfermedades, de acuerdo con las cifras del mismo Gobierno y de otros organismos.
El resultado es un país con gran escasez de productos básicos y pésimas condiciones en los centros médicos públicos, lo que ha provocado el éxodo masivo de la población a otros países colindantes, e incluso a España.
Actualmente, el bolívar fuerte (nombre que se le impuso a la moneda tras la reconversión monetaria de 2007 que eliminó tres ceros) es la más débil de la región.
Nicolás Maduro, quien resultó electo Presidente después de la muerte de Chávez en 2013, ha insistido en que su intención es proteger el poder de compra de los venezolanos y para eso ha mantenido congelado el precio de productos básicos y ha aumentado el salario mínimo en 15 ocasiones.
Pero eso no ha evitado que la inflación siga su ascenso. Sólo el año pasado se decretaron cuatro aumentos salariales que sumaron un alza del 180.8 por ciento, sin embargo, en igual periodo la inflación fue del 800 por ciento, según cifras del Banco Central de Venezuela, que se filtraron a los medios.
Especialistas sostienen que de no haber un giro en las políticas económicas la inflación puede superar el 850 por ciento, y el Fondo Monetario Internacional prevé que para este año la inflación podía superar el mil 600 por ciento.
Sin embargo, la inflación no es el único número que habla de la crisis en Venezuela.
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2016, publicada por universidades, arrojó que el 86 por ciento de la población venezolana come sólo dos veces al día y al 90 por ciento no le alcanza lo que gana para comer.
Y si comprar comida se ha vuelto difícil, más complicado aún es ir a un lugar de recreación: cifras de la industria del cine indican que de 2015 a 2016 la caída en la asistencia fue del 35 por ciento.
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