El colapso de la carretera Federal Playa del Carmen-Tulum destapó un mundo de aguas cristalinas, caracoles, como el rosado, de la familia estrópide, bivalvos, fósiles adheridos a la roca caliza con una edad del pleistoceno al mioceno.
Ahí abundan crustáceos ciegos, camarones, cochinillas, lirios acuáticos…
Roberto Rojo, presidente del Círculo Espeleológico del Mayab, biólogo, con 20 años de experiencia en espeleología, explicó que en la parte norte de la cueva tiene una continuación subacuática.
Michel Vázquez y Mónica Torre exploraron un ramal que gira inmediatamente hacia el este, atravesando la carretera, “esto ya es por la parte subacuática y lleva a las instalaciones del hotel Royal Tulum”.
El agua de la tormenta «Cristóbal» enriqueció este ecosistema.
“Estos lugares tienen un equilibrio y una estabilidad natural desde hace miles de años -2.5 millones de años-, donde se colecta el agua de lluvia a través de la roca caliza… son ecosistemas frágiles y únicos, con especies endémicas de la Península de Yucatán, valiosísimos biológicamente hablando y que eventualmente vierten sus aguas cristalinas al Mar Caribe dando lugar a que pueda desarrollarse el coral… son eslabones importantes de las cadenas ecológicas”, explicaron.
“Las tormentas aportan energía a la cueva con toda el agua de lluvia que se filtra y favorece a la vegetación en su interior, además de que arrastra insectos y otros animalitos que alimentan el ecosistema de la cueva. El agua de esta llega al mar cumpliéndose así un ciclo natural. “Las especies están adaptadas a estas lluvias, huracanes, o fenómenos climatológicos…”.
Así, los efectos de la tormenta tropical “Cristóbal” dieron paso al impresionante descubrimiento que nos deja en claro que el curso de la naturaleza se impone a la obra humana y nos enseña sus riquezas.
El descubrimiento
Después del socavón, la directora de Medio Ambiente y Cambio Climático Nancy Martín Tzuc llamó al presidente del Círculo Espeleológico del Mayab para realizar las investigaciones.
“Vimos los bloques del colapso, después estábamos como parados en una montañita, bajamos por una pendiente de esta, y entramos a la cueva. En la roca caliza encontramos una ciudad de hormigas comedoras de hojas y que producen hongos muy interesantes, fuimos bajando otra pendiente hasta llegar al agua…”.
Los científicos se percataron de que colapsó el techo de la cueva. Al percatarse que había una seguridad moderada, procedieron a realizar la topografía y cartografía de la cueva, que atraviesa toda la carretera, en unos 20 metros de diámetro hasta el otro lado.
Sé el primero en comentar