Deseos 2017

* Un replanteamiento total de la política de la seguridad nacional basada en el entendimiento de que la estrategia actual ha fracasado. México hoy no es un país más seguro y menos violento que cuando Felipe Calderón sacó al Ejército a las calles.

* Un alto total a la Ley de Seguridad Interior tal y como está planteada, basada en regular estados de excepción para el Ejército y suspensión de garantías para los ciudadanos. No al fortalecimiento del poder militar y al debilitamiento del poder civil.

* El regreso calendarizado del Ejército a los cuarteles, y legislación específica para armar una policía profesional que hoy no cuenta con el respaldo legal ni la formación institucional para cumplir con las atribuciones que debería tener en una democracia.

* Un combate verdadero, estratégico e inteligente al crimen organizado que necesariamente pasa por la despenalización de las drogas, acusaciones penales contra políticos y empresarios vinculados al narcotráfico, así como el desmantelamiento de sus múltiples redes de negocios. Más que descabezar cárteles habrá que ir tras sus bienes y sus flujos financieros.

* La instrumentación plena del Sistema Nacional Anticorrupción con nombramientos basados en la autonomía, integridad y ausencia de conflictos de interés de sus miembros, en lugar del acuerdo de #CuotasyCuates que ha prevalecido en el Senado.

* La renuncia de Raúl Cervantes, el Fiscal Carnal, antes de que entre el vigor la nueva Fiscalía General, y entre tanto, reformas constitucionales conducentes a construir una Fiscalía que sirva y no solo a remodelar una Fiscalía a la cual nada más se le ha pintado la fachada. El combate a la corrupción transita por perfiles adecuados e instituciones bien diseñadas. Pasa por leyes -y personas que las hagan valer- para que el corrupto lo pierda todo.

* Compromisos políticos públicos por parte de gobernadores, jueces, fiscales y otros operadores del sistema de justicia penal oral/adversarial para revigorizar una instrumentación que languidece, y que al ritmo actual tomará 11 años en aplicarse en todo el país.

* Una explicación coherente y creíble sobre Ayotzinapa, que dé cuenta sobre el “Pentágono de la Amapola”, las complicidades que ha generado entre las “fuerzas del orden” en Iguala y más allá, las redes criminales que han llevado a ocultar lo que verdaderamente ocurrió y todo lo que el Estado mexicano -con el grupo delincuencial que enquista- no quiere explicar sobre la actuación de la policía municipal, la policía estatal, la Policía Federal y el 27 Batallón del Ejército.

* Un mecanismo como la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, capaz de crear una alianza entre la sociedad civil, las partes reformadoras del Estado y la comunidad internacional. Para de ese modo enjuiciar a los corruptos que no son perseguidos sino protegidos, y combatir la impunidad que en México no es un “hecho aislado” sino algo que ocurre en 99 por ciento de los casos.

* Un Presidente que en lugar de celebrar la “unión del país” nos diga qué va a hacer para afrontar lo que parecen dos largos años sin esperanza, sin conducción, sin mapa de ruta. Que nos diga cómo el Estado mexicano va a llevar a cabo sus tareas primordiales de asegurar la seguridad, la estabilidad, el crecimiento, los derechos humanos y la ley.

* El reemplazo de lo que ha sido una diplomacia agachada y timorata por una postura más digna y más estratégica ante Donald Trump. Y eso no pasa por el nombramiento de Luis Videgaray a la Cancillería, sino por un plan de acción en múltiples frentes con múltiples interlocutores en Estados Unidos y en el ámbito internacional.

* Precandidatos presidenciales con propuestas específicas de política pública y no sólo vaguedades como “rebelión en la granja” o “dignificar la política”. Y un cuestionamiento mediático constante que los obligue a asumir posiciones claras en torno a la guerra contra las drogas, la despenalización de la mariguana, el matrimonio igualitario, la política fiscal, la deuda, el muro y tantos temas más.

* Una sociedad civil menos aletargada y más indignada, menos complaciente y más exigente. Presente a cada paso para frenar, airear, proponer, informar, y ser el verdadero contrapeso en un país secuestrado que hemos de recuperar. Porque como dijera Michelle Obama: “When they go low, we go high”. Ellos golpean bajo, nosotros alzamos la cabeza.

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