En la mayoría de los pasos fronterizos de Estados Unidos con México, la falta de inspecciones de salida para personas y vehículos, así como la ausencia de operativos para decomisar armas, explosivos y municiones, ha generado una disminución del 66% en el aseguramiento de armamento en los últimos dos años.
Esta situación ha alertado al gobierno estadounidense, que sostiene que se está desaprovechando la oportunidad de evitar que los grupos del crimen organizado accedan a importantes activos.
La porosidad en la frontera ha permitido que anualmente ingresen alrededor de 200 mil armas ilegales a México. De este total, dos terceras partes fueron producidas o importadas por tiendas de armamento estadounidenses, según datos revelados por el gobierno de Estados Unidos.
La Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos (ATF, por su sigla en inglés) informa que entre 2017 y 2022 se han analizado 123 mil rifles y pistolas decomisadas en México. De este número, 83 mil 560 fueron elaboradas por armerías estadounidenses o comercializadas por establecimientos conocidos como Gunshop.
La ATF, que tiene entre sus atribuciones la protección de la población contra delincuentes violentos, hacer frente a amenazas terroristas, combatir la piratería y enfrentarse a organizaciones criminales, se ha vuelto un actor central en la lucha contra el uso y tráfico ilegal de armas de fuego y explosivos.
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