Por Amir Ibrahim para SDP Noticias
El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec avanza para consolidarse como el legado social sustentable y sostenible de la 4T para el desarrollo del país; desde los tiempos del ex presidente de la República Luis Echeverría Álvarez, todos los sexenios federales han intentado bajo distintas perspectivas como lo fue en su momento el Plan Puebla- Panamá o más recientemente las Zonas Económicas Especiales llevar a cabo este proyecto detonador de crecimiento social; sin embargo todos fracasaron.
Mientras tanto, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec avanza silenciosamente, pero con pasos firmes; así lo constaté en mi reciente recorrido.
Mucho se ha hablado y se habla sobre los grandes proyectos de infraestructura que realiza el actual gobierno federal: El Tren Maya, Dos Bocas, el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, pero muy poco se ha dicho de esta magna obra, con una trascendencia a la par o incluso mayor.
Una vez terminado, no sólo conectará a México con el mundo, en el traslado de mercancías, sino que también traerá el mundo moderno a esta zona en gran parte marginada, al vivir en condiciones de pobreza el 59 por ciento de la población (Coneval-2015), y donde al menos el 34.6 por ciento de las personas pertenecen a alguno de pueblos originarios o al afromexicano.
Este proyecto será una plataforma global que integra la administración de los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz; la interconexión ferroviaria del Istmo de Tehuantepec; la conectividad carretera de la región y el desarrollo integral de las comunidades de 79 municipios: 46 de Oaxaca y 33 de Veracruz, beneficiando a cerca de 2.4 millones de habitantes que ocupan 47 mil kilómetros cuadrados en la zona más estrecha de nuestro país.
El “Corredor” está compuesto principalmente de una vía férrea para el añorado tren de pasajeros, el traslado de mercancías entre los océanos Pacífico y Atlántico, pero que viene acompañado de carreteras, puertos renovados; y diez parques industriales integrados en Polos de Desarrollo para el Bienestar; lo que ha requerido una titánica inversión del Gobierno Federal, y que considera un presupuesto de al menos 12,297 mdp, gran parte convertida ya en obra pública, la que se ha venido dosificando por sectores desde 2019.
En el Puerto de Coatzacoalcos se destinaron 792 mdp para la construcción de la infraestructura portuaria en Laguna de Pajaritos, que incluyó un muelle de 130 metros, patio de contenedores, bodegas, el acceso carretero y conexión ferroviaria.
Durante 2019 y 2020, en el Puerto de Salina Cruz se invirtieron 2,369 mdp en dragado de construcción, nuevos muelles de usos múltiples, un Centro Regulador de Tráfico y un rompeolas, se tiene proyectado que para 2024 la suma supere los 6,339 mdp.
En lo que respecta al ferrocarril del Istmo de Tehuantepec se rehabilitaron más de 200 kilómetros de vías, se construyeron 10 nuevos puentes y se rescataron otros 75, esto para mejorar la conexión con el Puerto de Salina Cruz, tan sólo en este rubro se han dirigido 3,720 mdp.
El presupuesto para la ampliación de 84.1 km de la carretera transístmica (MEX-185) a 12 metros y la construcción de dos libramientos (Palomares y Matías Romero) asciende a 1,012 mdp.
La importancia de este corredor no es regional, o incluso nacional, sino que tendrá una influencia geopolítica, al alterar las rutas comerciales entre Norteamérica y Asia. No por nada el proyecto lo han querido llevar a cabo al menos seis presidentes, siempre quedándose sólo en suspiros, por las fuertes presiones internacionales. De hecho, planes para conectar el Atlántico con el Pacífico a través de este Istmo existen desde 1970.
(Sin ir tan lejos, todos en Quintana Roo recordamos la fuertísima e implacable campaña en contra del Dragon Mart, supuestamente por preocupaciones ambientales, que jamás recibieron construcciones prácticamente idénticas en esa zona de sascaberas).
Actualmente, la saturación del Canal del Panamá, en donde a diario hacen fila un creciente número de embarcaciones, ha finalmente suavizado estos intereses creados, lo que sumado a la visión de largo plazo en cuanto a infraestructura nacional por parte de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, harán que esta iniciativa pronto sea una realidad.
Pero este obstáculo es sólo la mitad de la historia. Lo cierto es que el proyecto también trae retos no sólo de ingeniería, sino políticos y sociales, más a ras de piso. Veamos a detalle. El Corredor estará compuesto de un tren que irá desde el Puerto de Veracruz, hasta Salina Cruz, en Oaxaca. Son 303 kilómetros que atraviesan muchísimas comunidades, cada una con sus necesidades, sus exigencias, y líderes políticos como “de facto” quienes exigen que se les obtenga su visto bueno.
Sacar todas estas “arrugas” y así permitir que las obras marchen según lo programado, ha sido la labor incansable y hasta cierto punto injustamente anónima de un quintanarroense, Rafael Marín Mollinedo, y su equipo quienes han recorrido y dialogado con las distintas comunidades y grupos involucrados, además de supervisar las obras mismas y promover los espacios y oportunidades para empresas nacionales e internacionales.
Porque es imposible pasar por alto las enormes ventajas que el proyecto representará para empresas. El Corredor no sólo moverá mercancías entre los dos océanos (principalmente entre Estados Unidos y Asia), sino que “enganchará” a esta ruta 10 parques industriales que se construirán en esta zona, para procesar materias primas y exportar productos terminados. Maquiladores y productores podrán enviar sus productos directamente a través del tren hacia alguno de los dos puertos y de ahí a los mercados extranjeros a un costo envidiable.
Esta conectividad no se limita a estos parques industriales, o siquiera al Corredor mismo, porque este proyecto será unido al Tren Maya, lo que significa que desde Quintana Roo, por ejemplo, podrán enviarse o recibirse mercancías, lo que abre un abanico de posibilidades.
Pero no debemos sólo enfocarnos en este beneficio económico, que será mayúsculo, sino también ver la parte social. Como mencioné arriba, son 303 kilómetros de comunidades rurales, muchas aisladas, con caminos de terracería, con escasas o nulas oportunidades. Son lugares en donde los jóvenes emigran hacia las ciudades o “al gabacho” en busca de empleo, quedando los adultos mayores casi abandonados, al margen de la modernidad.
Aquí todavía viven las familias como vivían sus padres 20 o 30 años atrás, con las mismas carencias, las mismas faltas de servicios, los mismos consultorios que funcionan de lunes a viernes. Pude tomar constancia de esto al hacer este recorrido por el Istmo de Tehuantepec para conocer más a detalle esta obra, y escuchar de viva voz a la gente que tiene puesta la esperanza en este Corredor.
Desde Veracruz, pasé por lugares como Medias Aguas, Ubero, Palomares, Tolosita, Sarabia, Matías Romero, Chivela, Nizanda, Ixtepec, Comitancillo, Santo Domingo Tehuantepec, para llegar finalmente al imponente puerto de Salina Cruz.
Una constante en el recorrido, además de la evidente marginación, era la alegría y expectativa de la gente por el ferrocarril y la derrama económica que generará. Creo que podemos dejar atrás las erradas ideas de que las comunidades rurales “prefieren” vivir en la pobreza, lo que ha servido como justificación para dejarlas en la marginación. El desarrollo, el contar con ingresos dignos y oportunidades de empleo, no está peleado con las tradiciones.
Por generaciones, estos pueblos han vivido con el conocimiento del potencial de este istmo, escuchado rumores, sexenio tras sexenio, de que “ahora sí” rescatarán las estaciones, las vías férreas que datan del Porfiriato y que se dejó caer en el abandono, pero en cada ocasión sus esperanzas eran frustradas. No ahora. Este proyecto arrancó en 2019 y ha avanzado sin pausas. Actualmente ya hay 220 kilómetros de este tramo que están en rehabilitación; de estos, el 75 por ciento ya está listo. Es la primera vez en la historia de México que el proyecto ha tenido un avance tan significativo.
Muchos beneficios todavía están por venir, con los parques industriales, pero ya hay mejoras reales, como por ejemplo la conectividad a internet. Hasta antes del proyecto, el 70 por ciento de esta población no tenía acceso a internet, pero ahora junto a las nuevas carreteras y rehabilitación ferroviaria, también llegaron los ductos con fibra óptica, con un presupuesto gastado ya de 440 mdp en 2020.
De Medias Aguas a Ubero, el primer tramo en Veracruz, ya hay cerca de 40 kilómetros de vías férreas ya avanzadas. Aquí se tuvieron que apartar cerros, cortes de paisaje. Donde alguna vez hubo montes, hoy apuntan a la modernidad, una modernidad añorada por la gente de todas estas comunidades del Istmo de Tehuantepec que han vivido en el abandono por muchos años, y que hoy trabajan en ver rehabilitado cada tramo de vía férrea.
Los otros cuatro tramos, en los que se divide el proyecto, tienen distintos grados de avance, pero el tercero y cuarto están ya terminados, siendo el segundo y el quinto los que siguen en construcción.
Ya en Oaxaca, junto al paisaje habitual destacan los parques eólicos, colosales aspas girando al unísono. Dos proyectos en esta misma zona, ambos trayendo modernidad, sin embargo, no pueden ser más diferentes en su intención y fondo. Pregunta a los habitantes qué beneficios les han traído estos enormes molinos y se encogerán de hombros. La verdad es que la ganancia generada se queda en unas pocas manos privadas. Apenas un 1 por ciento de las ganancias son cedidas a modo de renta a la comunidad, una cuarta parte de lo habitual en otras partes del mundo, nada raro en nuestro país, además muchas de las empresas involucradas han incumplido en el pago de los impuestos con los municipios.
Durante mi visita a esta zona, es impresionante ver los centenares de durmientes de las futuras vías, apilados altísimos a un costado del camino, como si fueran lingotes de oro, quizá sea el presagio de lo que está por venir, o regresar si lo queremos apreciar desde esa óptica, recordando la época del Porfiriato, incluso en el camino se halla la antigua estación de tren “Matías Romero, Oaxaca”, la que será rescatada para este nuevo proyecto.
El escenario está casi listo, el siguiente paso será la entrada de los actores y las respectivas licitaciones de estos polos de desarrollo, son 10 parques industriales los que tienen que llenar, lo que representa un reto importante para Marín Mollinedo y los demás involucrados en el proyecto. Las ventajas se ven tan claras, los ahorros y la conectividad tan palpables, que es poco probable que tengan problemas con ello. Una vez logrado, se podrá sacar del atraso a estos 79 municipios y de toda una región del país.
Sé el primero en comentar