Llega el primer martes después del primer lunes de noviembre. Elecciones USA. Donald Trump vs. Joe Biden. Republicano contra demócrata. Dos esquinas más alejadas que nunca en el ring de la política. Un país polarizado. Y un deporte que toma partido. Porque atrás ha quedado esa frase de Michael Jordan que utilizó para mantenerse equidistante: “Los republicanos también compran zapatillas”.
Los deportistas, reacios a posicionarse para evitar problemas, han alzado la voz más que nunca antes de los comicios. Y los que han gritado con más fuerza lo han hecho a favor de Joe Biden. Más concretamente, de impulsar el voto porque se supone que una alta participación favorecerá al candidato demócrata.
En la NBA y la NFL, donde un 70% de jugadores son de raza negra, se sitúa el ariete contra Donald Trump. En estas elecciones juega el racismo, y muchas ciudades de EE UU ardieron este verano tras la muerte de George Floyd y el tiroteo a Jacob Blake a manos de la policía.
La indignación cristalizó en el movimiento ‘Black Lives Matter’ (La vida de los negros importa). La NBA, con LeBron James al frente, inició un parón histórico en su burbuja de Orlando. Le siguieron el tenis (con Naomi Osaka liderando la protesta en Nueva York) y todas las grandes ligas (NFL, MLB e incluso el hockey hielo).
Un parón que indignó a Trump, que hizo todo lo posible porque se reanudaran las ligas profesionales afectadas por el coronavirus. “La NBA se está volviendo tan política que ya a nadie le importa”, dijo Trump el mes pasado. “LeBron James es vocero del Partido Demócrata y muy asqueroso”, llegó a espetar el presidente.
LeBron es uno de los impulsores de la inicitiva cívica ‘More than a vote’ (Más que un voto), en la que participan artistas y deportistas como la tenista Sloane Stephens o la atleta Allyson Felix. La futbolista Megan Rapinoe, defensora de los derechos LGTB, también se ha mostrado muy activa. Votar en EE UU puede resultar difícil, porque se exige una inscripción previa, y tradicionalmente las capas más desfavorecidas (negros, hispanos…) no ejercen su derecho en un mayor porcentaje.
“Hay muchos estadísticas. ¿Quién no votó? ¿Qué condados no lo hicieron? Esperemos llegar a ellos, educarles y hacerles ver lo importante que es este momento. No quiero pelearme con ese tipo (Trump), pero queremos un país mejor, queremos un cambio. Siempre lo decimos, pero ahora tenemos la oportunidad de hacerlo”, explicó LeBron.
Hace cuatro años, la participación de los ciudadanos negros descendió. Y estados que apoyaron a Barak Obama en 2008 y 2012 como Pensilvania, Carolina del Norte o Virginia auparon a Trump.
Los jugadores de la NBA lograron el compromiso de que las canchas se habilitaran para votar, para que hubiera más espacios. Abrieron las de 21 franquicias. Sin embargo, las donaciones de los propietarios de equipos de las grandes ligas, mayoritariamente blancos, han ido en un 77% a filas republicanas.
Colin Kaepernick, quarterbarck de los 49ers, pagó con el ostracismo (no ha vuelto a tener equipo) su desafío a Trump en 2016 arrodillándose ante el himno. Pero nada ha vuelto a ser igual desde entonces.
La NFL, tradicionalmente apática, se ha movilizado al rebufo de la NBA. Trump suspendió la visita de los Eagles campeones a la Casa Blanca en 2018 porque algunos jugadores no quería ir. Stephen Curry declinó también la invitación y los Warriors fueron vetados.
El entrenador de San Antonio, Gregg Popovich (blanco), llegó a calificar este año como “sociópata” e “idiota” al presidente. Trump, que sí tiene el apoyo de deportes de lucha como la UFC y la WWE, está a tortas con la mayoría del deporte. Un deporte que vota… y eque anima al voto.
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