No caben dudas de que Michael Jordan es el mejor jugador en la historia de la NBA y que su legado ha sido una inspiración para las nuevas generaciones, pero hace 36 años su legado pudo haber sido cambiado para siempre, y todo por una indecisión en el famoso Draft del año 1984.
La historia cuenta que con los Chicago Bulls teniendo la tercera selección de la primera ronda, sabían de antemano que no podían escoger a los dos mejores de esa generación, como Hakeem Olajuwon, elegido por Houston Rockets, y el pivot Sam Bowie, que fue seleccionado por Portland Trail Blazers.
El objetivo que tenía la franquicia de Illinois en ese Draft era escoger a un pivot, y tenía dos opciones por encima de elegir a Jordan, una de ellas era fichar a Jack Sikma, quien militaba en Seattle Supersonics, y la otra, que pudo haber cambiado para siempre la historia de la NBA: cambiar su elección a los Atlanta Hawks, para así fichar a Wayne Rollins.
Fueron un par de días repletos de dudas dentro de los Bulls, y es que pese a que tenían como opción elegir al mejor jugador universitario de la temporada 1983-84 y medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Los Angeles, querían un jugador alto para esa plaza, aunque en definitiva el 19 de julio de 1984 se quedaron con los servicios de Su Majestad.
En caso de haberse concretado, Jordan podría haber jugado en el mismo equipo con otra leyenda como Dominique Wilkins, con la que tuvo grandes competencias en los torneos de volcadas en los años 80, además de Doc Rivers, Cliff Levingston y Kevin Willis; pero al final, todos sabemos lo que finalmente pasó con Air.
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