El chetumaleño Alberto Álvarez clasificó por primera vez en la historia nacional de su disciplina en Río 2016; aquí compite por Nuevo León
CANCÚN, Q. Roo.- Alberto Álvarez Muñoz, de 25 años, media melena y estudiante de derecho, consiguió la proeza de clasificar en salto triple a una final olímpica en el lugar número 10, algo que ningún mexicano había conseguido. Él lo hizo, destacando entre los 48 mejores del mundo.
Beto Álvarez nació en Chetumal pero, aunque es una capital deportiva y mantuvo su pasión por el deporte desde niño, simplemente no fue aprovechado. Por el contrario, un entrenador lo sometió a maltrato psicológico, según confirmó a la prensa internacional. El pasado lunes 15 de agosto logró la clasificación y, de inmediato, en su ciudad natal todo mundo empezó a bailar con sombrero ajeno.
Álvarez Muñoz terminó en la novena posición en la final de salto triple, con un registro de 16.56 metros, por lo que quedó fuera del podio en los Olímpicos de Río 2016.
El chetumaleño se presentó en el Estadio Olímpico y logró 16.2 metros en su primer intento; en el segundo, hizo 16.56, su mejor marca del día, y cerró con 16.47 para la novena plaza.
Alberto tenía en principio un sueño en su vida deportiva: ser futbolista profesional. Jugaba en Playa del Carmen y estaba cerca de dar el salto a la Segunda División del balompié mexicano, cuando en su camino se cruzó un entrenador que le dio un giro a sus metas.
El deportista relató a la prensa internacional que fue él quien le dijo que no valía para el fútbol ni ningún otro deporte. Sufrió un acoso psicológico tan importante que decidió alejarse del balompié y emprender un deporte en solitario, donde sólo su esfuerzo diera resultados sin depender de las decisiones de una tercera persona.
“Es un entrenador que me trataba muy mal, me dijo que me quedara en casa y que me dedicara a vender fayuca”
Declaró a la agencia Associated Press (AP): “Es un entrenador que me trataba muy mal, me dijo que me quedara en casa y que me dedicara a vender fayuca. Fayuca es como le dicen a lo que traen para vender de contrabando. Eso me marcó mucho y me hizo sentir que no iba a conseguir nunca nada en el fútbol ni en ningún deporte. Eso es lo que más me marcó y cuando me acuerdo de ello me motiva”, relató.
Era delantero y se le daba bien cabecear, pero la mala experiencia con ese entrenador le hizo olvidarse del esférico.
En la capital quintanarroense, la histórica hazaña de Alberto Álvarez Muñoz corrió como reguero de pólvora. Se trataba de un chetumaleño que se colocó entre la élite mundial del atletismo en Río de Janeiro.
La prensa local destacó a ocho columnas y en impactos principales la proeza de Álvarez, que infundió en júbilo a los quintanarroenses que celebramos su victoria: Beto puso a México en el mapa en un deporte en el que nunca había siquiera clasificado a las Olimpiadas.
El triunfo también levantó ámpulas por el precario estado del sector deportivo en la entidad, ya que Alberto Álvarez no se desarrolló como atleta de alto rendimiento en nuestro estado, sino en Monterrey, Nuevo León. Fue ahí donde se aprovechó su potencial y es la entidad que el deportista representa actualmente.
Alberto Álvarez, su padre y primer entrenador, Ángel Álvarez Cervera, y toda su familia, celebraron con razón su triunfo, ya que son los que en todo momento han impulsado la carrera del joven deportista. El mérito es de él y los suyos. Pero, ¿qué hay de la cuestionada Comisión para la Juventud y el Deporte de Quintana Roo (Cojudeq), presidida por Raúl Aguilar Laguardia que presumió el logro de Beto en redes sociales? ¡Por un estado que no es el suyo!
Fotos: David Zarco
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