El Presidente pidió, con toda claridad, que los ciudadanos perdiesen el miedo para salir a la calle.
Le faltó decir: “Como ha hecho el gobernador de Quintana Roo”.
Porque hace tiempo que Carlos Joaquín perdió el miedo para salir a la calle, y también para recibir visitantes.
Los semáforos que estableció en Quintana Roo no obedecen los colores que impone un mapa dibujado desde el centro del país, ajeno a la realidad de la entidad. Porque ahí, definitivamente, la actividad turística es esencial. Como la construcción.
Porque todos viven, y en estas semanas de reclusión se puede decir mueren, del Turismo. Ese es el trabajo, y también la vocación de la tierra. Quintana Roo contribuye con más de la mitad de los ingresos que recibe el país por ese rubro.
El gobernador dividió a la entidad, en un semáforo local, en dos: Norte y Sur. Con atención a los casos nuevos de Coronavirus en el Sur, sobre todo en la capital, Chetumal. Que son muy pocos, diez o quince nuevos diarios en la última semana, comparados con los contagios de otras partes del país, con el acumulado superior a 33 mil que existen en la Ciudad de México.
A Cancún, en semáforo naranja, ya comenzaron a llegar turistas. Que se atienden con nuevos protocolos de limpieza y distancia, certificados en todo el mundo. Y en pocos días se pasará a semáforo amarillo para abrir las playas.
No había de otra. Mientras se estudiaba en escritorios digitales la conveniencia de calificar formalmente al Turismo como una actividad esencial, cientos de miles de quintanarroenses se habían quedado sin comer y a punto de perder el techo. La crisis económica que se vive, de la que costará mucho tiempo salir, era peor que si hubiese pasado un huracán de gran intensidad. De ahí la decisión de Carlos Joaquín para poner sus propias reglas de una nueva normalidad, con sus tiempos. No fue al botepronto, y a diferencia de otros gobernadores, tampoco implicó un quiebre en su relación con el gobierno de la Cuarta Transformación.
Es un ejemplo muy interesante para otras entidades federativas, porque lo ha logrado, además, sin un rebrote de contagios, con especial cuidado a las medidas sanitarias, en el momento en que el todo el Estado se había cubierto de sobra la demanda hospitalaria.
Lo cierto es que ya no había de otra. Más cornadas da el hambre, decía Luis Spota en su novela.
¿Se puede perder el miedo a salir a la calle, como pide el Presidente López Obrador? Se puede en Quintana Roo.
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