La científica francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer A. Doudna ganaron este miércoles el Premio Nobel de Química por desarrollar un método de edición del genoma que puede explicarse como unas “tijeras moleculares”, que ofrece la promesa de curar enfermedades hereditarias, e incluso el cáncer, algún día.
Trabajando a ambos lados del Océano Atlántico, Charpentier y Doudna desarrollaron un método conocido como CRISPR/Cas9 que puede utilizarse para cambiar el ADN de animales, plantas y microorganismos con una precisión extremadamente alta.
“Hay un enorme poder en esta herramienta genética, que nos afecta a todos”, señaló Claes Gustafsson, presidente del comité del Nobel de Química.
“Esto no solo ha revolucionado la ciencia básica, sino que también ha dado lugar a cultivos innovadores y dará lugar a nuevos tratamientos médicos revolucionarios”.
Según Gustafsson, como resultado cualquier genoma puede editarse ahora “para reparar el daño genético”. Esta herramienta “brindará grandes oportunidades a la humanidad”, agregó advirtiendo que el “enorme poder de esta tecnología significa que tenemos que usarla con mucho cuidado”.
Ya ha planteado serias cuestiones éticas en la comunidad científica. La mayor parte del mundo se enteró de la existencia de CRISPR en 2018, cuando el científico chino He Jiankui reveló que había ayudado a crear los primeros bebés editados genéticamente del mundo, para tratar de crear resistencia a un futuro contagio con el virus del Sida. Su trabajo fue denunciado en todo el mundo como una experimentación humana poco segura por el riesgo de causar cambios no intencionados pueden transmitirse a generaciones futuras, y actualmente está en prisión.
En septiembre, un comité internacional de expertos emitió un informe señalando que todavía es muy pronto para tratar de crear bebés modificados genéticamente porque la ciencia no ha avanzado lo suficiente para asegurar su seguridad, pero trazó una hoja de ruta para aquellos países que quieran considerarlo.
“Yo estaba muy emocionada, tengo que decirlo”, indicó Charpentier, de 51 años, a reporteros por teléfono desde Berlín tras enterarse del premio, que fue anunciado por la Real Academia de las Ciencias de Suecia.
Cuestionada por el hecho de que esta fue la primera vez que dos mujeres ganan el Nobel de Química juntas, Charpentier dijo que, aunque ante todo se considera una científica, espera que esto anime a otras.
“Deseo que esto envíe un mensaje positivo a las jóvenes que quieren seguir el camino de la ciencia”, señaló.
Doudna habló con The Associated Press sobre su sorpresa al recibir el llamado telefónico de madrugada.
“Literalmente, me acabo de enterar, estoy en shock”, precisó. “Estaba profundamente dormida”.
“Mi mayor esperanza es que se utilice para el bien, para descubrir nuevos misterios en biología y para beneficiar a la humanidad”, agregó.
El Broad Institute de Harvard y el MIT han librado una larga batalla judicial por las patentes de la tecnología CRISPR, y muchos otros científicos realizaron importantes contribuciones, pero Doudna y Charpentier han sido premiadas de forma regular por convertirla en una herramienta de fácil uso.
Los ganadores del prestigioso galardón reciben una medalla de oro y un premio en efectivo de 10 millones de coronas suecas (más de un millón de dólares), cortesía del legado dejado hace 124 años por el creador de los premios, el inventor sueco Alfred Nobel. El monto se aumentó recientemente para ajustarse a la inflación.
El comité del Nobel concedió el Nobel de Medicina a los estadounidenses Harvey J. Alter y Charles M. Rice, y al británico Michael Houghton por descubrir el virus de la hepatitis C, que destroza el hígado. El de Física recayó en el británico Roger Penrose, el alemán Reinhard Genzel y en la estadounidense Andrea Ghez por sus avances en la comprensión de los agujeros negros.
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