En niveles “récord sin signos de descenso”, las emisiones de CO2 totales se prevé que aumenten el 1 % en 2022, lo que exige “urgencia” climática para evitar que en menos de una década los daños sean realmente graves, según el informe anual de la alianza “Global Carbon Project” (GCP), publicado este viernes.
“Si los actuales niveles de emisiones persisten, hay un 50 por ciento de probabilidades” de que el aumento de la temperatura del planeta, respecto a los niveles preindustriales, supere en nueve años los 1.5 grados -el límite para evitar daños graves a la humanidad, según los científicos.
Así se recoge en el nuevo informe anual “Global Carbon Budget” elaborado por el GCP, un proyecto internacional que integra a numerosos consorcios, con la participación de un centenar de científicos de 80 centros de investigación y universidades de todo el mundo.
En colaboración con el Programa Mundial del Clima, el “Global Carbon Budget” se ha publicado este viernes en la revista “Earth System Science Data”, coincidiendo con la jornada dedicada hoy a la descarbonización frente al calentamiento global de la cumbre climática mundial COP27, que se celebra en Sharm al Shaij (Egipto).
De acuerdo al informe, las emisiones totales de dióxido de carbono en 2022 se prevé que representen 40 mil 600 millones de toneladas de CO2 (GtCO2), próximas a las 40 mil 900 millones en 2019, que es el pico máximo anual hasta el momento, con anterioridad justo a la pandemia.
Superar el límite de 1.5 grados de aumento indicaría que el cambio climático “va a alcanzar, en una sola década, una etapa muy destructiva”, ha advertido Vanesa Castán, catedrática de Urbanismo Climático en la Universidad de Sheffield (Reino Unido) y experta del comité de expertos de cambio climático (IPCC) de la ONU.
De acuerdo a las cifras del informe, el panorama de 2022 según las tendencias de los principales emisores es mixto: se prevé que las emisiones disminuyan en China (0.9 por ciento) y la UE (0.8 por ciento), pero que aumenten en EE.UU. (1.5 por ciento) y la India (6 por ciento), con un incremento del 1.7 por ciento en el conjunto del resto del mundo.
En la actualidad, China se está viendo afectada aun por el impacto de la pandemia del coronavirus en áreas como la construcción que se ha visto ralentizada, mientras en la UE, las energías renovables crecen de forma exponencial, aunque partiendo de niveles aún muy bajos, que irán aumentando en próximas décadas por su compromiso de transición energética sin combustibles fósiles, ha explicado el director ejecutivo del Global Carbon Project, Pep Canadell.
Durante un evento organizado por el Science Media Centre (SMC), el experto, que además es investigador jefe del Centro de Ciencias del Clima CSIRO en Canberra (Australia), ha lamentado los incrementos de emisiones de CO2 este año de potencias como Estados Unidos, la India y el resto del mundo en su conjunto.
El repunte de emisiones de CO2 en 2002 se debe especialmente al incremento del uso de petróleo por la reactivación del sector aéreo, una vez suprimidas las restricciones por la pandemia del coronavirus.
Las cifras incluidas en la decimoséptima edición del “Global Carbon Budget”, aportan nuevos datos sobre el constante y elevado uso global del carbón, el petróleo y el gas en las distintas economías y las tasas de deforestación por cada país.
Se prevé además que el nivel medio de concentración de CO2 atmosférico se sitúe en 417.2 ppm (partes por millón) en 2022, un 51 % por encima del promedio de la era preindustrial.
Para el cierre de 2022, las emisiones por cambios del uso de la tierra (como la deforestación) se prevé que representen 3.900 millones de toneladas (GtCO2), con un leve e incierto descenso en las dos últimas décadas, representando en conjunto Indonesia, Brasil y la República Democrática del Congo el 58 por ciento del total de esas emisiones.
Según el director ejecutivo del Global Carbon Project, alcanzar el reto de neutralizar las emisiones de CO2 para 2050 requeriría en estos momentos una disminución anual de alrededor de mil 400 millones de toneladas de CO2 (GtCO2), comparable a la reducción registrada en 2020 tras las restricciones económico-industriales y sociales de la COVID-19 para frenar contagios.
El investigador Pep Canadell ha aprovechado para referirse a la guerra de Ucrania como un amargo episodio que “evidencia una vez más que no solo el petróleo es una gran arma geopolítica, sino también el gas”.
“El mundo debe tomar buena nota de ello, y de la importancia de la independencia de la energía”, ha dicho, y ha defendido seguir con el impulso de las renovables en el mundo, una alternativa sostenible que los países pueden desarrollar en sus propios territorios sin depender del resto.
El científico ha insistido en los daños irreparables de no reducir drásticamente las emisiones de CO2, y ha instado a la toma de acciones “a nivel de crisis”, es decir, tajantes, no temporales ni pasajeras, como con otro tipo de emergencias, dígase la pandemia, las grandes inundaciones u otros desastres.
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