La atleta Marie-José Perec y el judoca Teddy Riner encendieron el pebetero de los Juegos de París, que se elevó en globo desde el jardín de las Tullerías, como colofón a una ceremonia inaugural excepcional, pese a la lluvia.
Mientras la canadiense Céline Dion, reaparecida para la ocasión, cantaba de manera vibrante el Himno al Amor de Edith Piaf desde lo alto de la Torre Eiffel, el fuego olímpico tomó aire, tras un último tramo del relevo memorable, en el que participaron Zinedine Zidane, Rafael Nadal y Nadia Comaneci, entre otras leyendas.
El pebetero es un anillo de siete metros, pendiente de un globo aerostático de 30 metros de diámetro situado en los jardines de las Tullerías.
Fue la última sorpresa de una secuencia memorable, historia viva del deporte y del olimpismo.
Zidane apareció en el estadio del Trocadero, avanzó con la antorcha por la pasarela entre gritos de ‘Zizou’, ‘Zizou’, y se aceró a un Nadal aparecido por arte de magia en el escenario ante el asombro de los asistentes.
El gran campeó español se dirigió hacia el río Sena, donde le esperaban en una barca la también tenista estadounidense Serena Williams, la gimnasta rumana Nadia Comaneci y el atleta norteamericano Carl Lewis. Veinticinco medallas olímpicas en un mismo bote.
Nadal, el mejor tenista de la historia sobre la tierra parisina de Roland Garros, donde ha triunfado en 14 ocasiones, había sido visto al principio de la ceremonia en un balcón de París siguiendo el espectáculo con su familia.
Pero el homenaje al tenis no había terminado.
Cuando el barco llegó enfrente del Louvre, Amelie Mauresmo, plata olímpica en Atenas 2004, tomó la llama y corrió con ella hacia el museo. Allí se la pasó al exbaloncestista Tony Paker y juntos corrieron por la explanada emblemática en busca de tres deportistas paralímpicos, Nantenin Keita, Alexis Hanquinquant y Marie-Amélie Le Fur.
El grupo fue creciendo con nombres notables de la historia del deporte francés hasta que llegó a las manos de Perec y de Riner, dos triples campeones olímpicos.
Se acercaron al globo. El anillo de fuego prendió al instante. Desde la Torre Eiffel, Céline Dion inundó la noche de París con su voz.
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