Olga Sandra Murra introdujo a V.R. e I.G ilegalmente a Estados Unidos y obligaba a las mismas a entregarles sus sueldos bajo amenaza de denuncia
CIUDAD DE MÉXICO.- Por 14 años, Olga Sandra Murra dictó casi todos sus movimientos. Las mexicanas V.R. e I.G. eran forzadas a limpiar hasta cuatro casas diarias, siete días de la semana, y a darle todo el dinero que ganaban haciéndolo a Murra, su captora.
Las connacionales estaban bajo amenaza. La mujer de 64 años las había ingresado de manera ilegal a Estados Unidos y confiscado sus documentos migratorios.
“Murra amenazó al menos a una de las mujeres con que, si la desobedecía, contactaría a las autoridades migratorias”
“Murra amenazó al menos a una de las mujeres con que, si la desobedecía, contactaría a las autoridades migratorias y la mujer terminaría enterrada en un campo junto a otros indocumentados”, señala la Agencia de Migración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
Junto con la Fiscalía de Texas, la ICE llevó el caso ante una corte federal estadounidense, donde Murra fue hallada culpable hace dos semanas de trabajo forzado y de albergar a indocumentados.
Pero será difícil para I.G. y V.R. olvidar el trauma vivido durante su esclavización.
Cuando no eran obligadas a trabajar en la empresa de limpieza de hogares de Murra, las mexicanas tenían que dormir en el piso -a menos de que fueran “castigadas”; en ese caso dormían en el jardín-, debían pedir permiso para ir al baño y llegaron a ser golpeadas por su captora.
En 2011, tras tres años de esclavización, I.G. también fue conminada por Murra a trabajar en un McDonald’s y, dos años después, en un Wal-Mart. Su salario terminó en manos de la captora.
“Además, las mujeres debían limpiar la residencia de Murra y prepararle comidas”, dice el comunicado de la ICE sobre el caso.
“Murra se presentaba como la voz de Dios en la Tierra, y las obligaba a escuchar grabaciones religiosas y a discutir los significados de los versos bíblicos mientras limpiaban las casas. Llegó a convencer a las mujeres que irían al infierno si no la obedecían”, añade.
“Murra se presentaba como la voz de Dios en la Tierra, y las obligaba a escuchar grabaciones religiosas y a discutir los significados de los versos bíblicos”
I.G y V.R. fueron liberadas el 29 de abril del 2011, y comenzó el proceso judicial en contra de Murra.
La mujer, según el ICE, vivió en México desde poco después de nacer, en 1952, hasta 1997. De acuerdo con The Washington Post, tenía nacionalidad estadounidense, aunque el ICE también la identifica como mexicana.
Durante su estancia en el país, Murra habría adoptado el alias de Olga Sandra Capón-Meneses, según las autoridades estadounidenses. E incluso habría liderado una secta llamada Remanentes 100, según una denuncia hecha al medio local El Diario de El Paso.
Podría pasar hasta 60 años de cárcel cuando se dicte su sentencia, el 28 de noviembre próximo. Cada uno de los dos cargos de trabajo forzado conlleva una pena máxima de 20 años de prisión y 10 años más por cada uno de los dos cargos de albergar a indocumentados.
Los cuatro cargos conllevan, asimismo, una multa de 250 mil dólares cada uno.
Foto: Agencia Reforma
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